viernes, 22 de octubre de 2010

Estoy tan feliz...

Hace mucho tiempo que pienso que mi vida no es todo lo buena que yo quisiera. Las cosas no me salen demasiado bien y me sentía como si estuviera metido en un agujero del que no podía salir. Sin embargo, todo ha cambiado en esta última semana. Y no sólo porque en perspectiva tenga la posibilidad de empezar a trabajar (que esto por sí mismo ya es lo suficientemente importante), sino porque después de muchos años sintiéndome mal y pensando que, aún así, mi estado físico entraba dentro de los parámetros normales, los médicos han dado con la raíz de mi problema. Y ahora resulta que hace dieciocho años, cuando tuve mi accidente de moto, se sembró la (puta) semilla de lo que ha terminado siendo un problema grave (o relativamente grave, vaya, que no es cáncer ni nada tan problemático).

No voy a entrar ahora en decir qué es lo que tengo, entre otras cosas porque, realmente, no sé a ciencia cierta quién lee este blog y hay mucha mala uva y lo único que me faltaría ahora es que alguien tratara de perjudicarme porque no tengo una salud perfecta. Imaginaos una cosa. ¿Qué pasaría si un buen día no os pudierais mover correctamente? Sí, puede parecer una pregunta extraña, pero era lo que a mí me pasaba. Perdía el equilibrio tontamente y en ocasiones parecía que estaba borracho (sin estarlo). Con el paso de los años cada vez me costaba más trabajo caminar, apenas podía dar cuatro pasos seguidos sin cansarme. Mis movimientos eran extremadamente lentos y arrastraba los pies como si fuera un anciano. Todo esto y más cosas era lo que a mí me pasaba. Luego me rompí dos dedos del pie derecho cuando trabajaba en unos grandes almacenes y eso fue el comienzo de un declive que iría acentuándose exponencialmente de forma alarmante cuanto más tiempo pasaba. Iba a mí medico, me hacían una analítica completa y pruebas de todo tipo y no me encontraban nada. Un especialista llegó a decirme que todo era psicológico. ¿Psicológico? ¿Me estaba volviendo loco? Evidentemente, con todo lo que me ha estado pasando últimamente mis nervios y mi estado de ánimo no eran los más adecuados para que mi salud no se resintiera de alguna forma, pero de ahí a decir que todo era producto de mis neuras me parecía un pelín exagerado. Tuvo que pasar un año para que volviera a ir al mismo especialista y, como ahora era evidentísimo que tenía algún tipo de problema, me mandara a hacerme las pruebas pertinentes para dilucidar qué me pasaba. Pues bien, ya estoy al tanto de lo que ocurre. Ya me han puesto en tratamiento y lo mejor de todo: ¡¡¡ME SIENTO GENIAL!!!

¿Cómo he podido vivir todo este tiempo de la forma en que lo he hecho? ¿De dónde he sacado las fuerzas necesarias para aguantar sin hundirme totalmente? Ahora que me encuentro tan maravillosamente bien me doy cuenta de lo enfermo que estaba. Llegué a pensar que esto era la vida, que a partir de los treintaicinco años a todo el mundo le pasaba algo parecido, que era ley de vida. Me siento joven. Puede parecer una afirmación absurda viniendo de un hombre que todavía no ha cumplido los cuarenta, pero es la verdad. Supongo que esta euforia desmedida que ahora siento se me irá aplacando con el tiempo, pero ahora mismo pienso disfrutarla a tope. No sé qué pasará en el futuro pero me niego a pensar que las cosas puedan empeorar. Soy feliz...