lunes, 4 de enero de 2010

Se termina una ilusión...

Pues sí, chicos, así es. Este fin de semana mi equipo, el Sevilla FC, se ha encargado sin ningún tipo de miramientos ni paliativos, de cargarse de un plumazo las ilusiones que tenía depositadas en él. El partido frente al Atlético de Madrid (el peor Atlético de Madrid de la historia) fue de una auténtica vergüenza. Ahora a quedado claro hacia donde va este equipo. No se pueden ganar partidos si juegas como si estuvieras en el patio de un colegio, careciendo de la profesionalidad necesaria para que cualquier tipo de trabajo llegue a buen término. Así ha ocurrido. La falta realizada por Fernando Navarro en el último minuto es para mandar a este señor a su casa e impedirle volver a jugar con el Sevilla. Con este y con el del Depor ya son dos partidos perdidos por errores suyos, errores infantiles. Jiménez debe de ser el único sevillista que no se había dado cuenta de que Duscher iba a acabar expulsado, por eso sacó a Romaric del campo.




Por mi parte tengo claro lo que voy a hacer. Voy a dejar de ver los partidos de mi equipo al menos hasta que me lleguen noticias de que, aunque pierda, derrocha profesionalidad en el terreno de juego. Algunos pensarán que esto es de ser mal sevillista, pero no es por eso. Lo paso realmente mal cuando veo a mi Sevilla hacer lo que hizo el sábado pasado y no tengo necesidad alguna de volver a pasarlo mal cuando el Barcelona nos despedace y nos la meta doblada en nuestros tres próximos partidos, porque, si nos puede ganar o empatar cualquier equipo, ¿qué no nos va a hacer el mejor del mundo? Ojalá me equivoque pero veo la Champions un objetivo extremadamente complicado para un equipo que está haciendo lo que hace el Sevilla. En definitiva, sevillistas, la mediocridad más absoluta ha vuelto y esta vez para quedarse.