jueves, 24 de noviembre de 2011

730 días

Hace 17.532 horas que tomé la decisión, que a tenor de la satisfacción que me produce este hecho ha sido increíblemente buena, de iniciar mi andadura en este maravilloso mundo de los blogueros. Sólo puedo decir que estoy muy satisfecho y que me inunda un sentimiento de euforia desmedida cada vez que miro que el número de visitas va creciendo. Fue difícil al principio. Decidí usar mi dilatado tiempo libre para hacer algo que me aportara algún beneficio a mí mismo y tengo que decir que a mi estado mental le ha traído momentos inolvidables. Y fue complicado, porque aquel 24 de noviembre y en los meses que siguieron, nadie leía esto y además me faltaba el apoyo que más necesitaba. Sentía que estaba solo y que mis palabras se perdían sumergidas en esta vorágine de términos que nadie llega a leer nunca cuando haces una búsqueda en Google. Atrás quedaron mis críticas de cine, mis entradas sobre fútbol o mis recomendaciones literarias. Todo eso pasó. El 14 de enero de este año que anda dando sus últimos coletazos, mi vida cambió radicalmente. Pasé de ser esclavo de una mala compañía a sentirme terriblemente solo. El tiempo, que tan sabio es, me ha demostrado que ha sido lo mejor. Soy una persona diferente ahora. Y todo este proceso se puede desgajar en este blog a partir de aquel momento. Comencé a hablar de mí, de mis pensamientos, de lo que esta azarosa vida me hacía sentir. Hablé de mis desengaños y de mis alegrías y lo mejor de todo: empecé a tener muchos lectores y para un escritor, aunque sólo sea un humilde aficionado como yo, no hay nada que pueda llenar más su corazón que el sentir que todas estas líneas no se pierden.

Por eso quiero agradecer a todos vosotros que estéis ahí, que me hayáis leído y que sigáis haciéndolo. Agradecer el apoyo de toda mi familia y de la gran cantidad de amigos que he hecho en la red en estos meses, que me ha permitido llegar a este punto. Probablemente no hayan sido los dos años más afortunados para mí, pero considerando el conjunto de todos los que he vivido, tampoco ha sido tan malo y ha servido de algo. He cambiado. Soy un hombre distinto al que fui. Menos negativo, menos pesimista y más esperanzado. Y tengo que decir que aunque me faltan muchos puntos que resolver para empezar a ser feliz, no puedo decir que sea infeliz. Estoy tranquilo y sé que todo terminará saliendo bien. Por todo ello sólo puedo daros las gracias a todos y esperar que sigáis estando ahí durante mucho tiempo más. Nada de esto tendría sentido, no me abandonéis...

sábado, 29 de octubre de 2011

Mi bien más preciado

Una vez pensé que todo estaba perdido. Pensé que esto que llamamos vida era un castigo impuesto. Sin embargo, hace ya bastantes meses que ando con la conjetura en mi cabeza de que puedo estar equivocado. Es cierto, la cosa está fatal y nos va a tocar pasarlo peor de lo que lo estamos pasando, pero últimamente me doy cuenta de que por mucho que los dueños de mi destino lo intenten, no podrán arrebatarme lo más preciado que tengo ahora mismo. La ilusión.

Y es que se da la circunstancia de que, a pesar de las piedras en el camino, a pesar de las derrotas, a pesar de victorias amargas, de los momentos adversos, nadie me quitará la ilusión. Ilusión por ser yo mismo, a pesar de lo difícil que es. Ilusión por enamorarme, a pesar del pánico que me da hacerlo. Ilusión por completar mis metas, a pesar de que a veces parezca imposible conseguirlas. Ilusión, en definitiva, por continuar, por descubrir qué va a pasar ahora, por vivir. Queridos lectores, ilusión por vosotros. Porque habéis hecho que este pedacito de mi vida jamás carezca de importancia para mí. Cada vez que leo un comentario, cada vez que alguien me felicita, comprendo que el objetivo siempre ha sido que estas palabras lleguen a las personas y que no se queden sumergidas en el mar infinito de una búsqueda de Google.

Por eso os digo, tened ilusión. Es lo único que nadie podrá arrebatarnos.

viernes, 21 de octubre de 2011

INDIGNADO

Mi condición de ciudadano pisoteado por el sistema hasta la extenuación, de no haber sido mileurista en mi vida y de no haberlo pasado demasiado bien en este país entre otras cosas, determinan mi forma de pensar. Es evidente. Pero hoy particularmente, me siento un INDIGNADO, con mayúsculas, por dos razones de peso.

Esta mañana he ido a cobrar un cheque al Banco Popular. Doce ridículos euros era todo cuanto tenía que llegar a mis manos, proveniente de las arcas de estos impresentables que, como todos los que trabajan en la banca sin excepción, llenan a diario con dinero que no les pertenece. Lo primero que el empleado que trabaja en la caja de una entidad bancaria te dice cuando le entregas un talón nominativo, es que lo firmes por detrás y escribas tu DNI. Sin embargo, este señor que me atendió miró la cantidad que tenía que embolsarme e imagino que le quedó tan claro que yo lo iba a mandar a paseo cuando dijera lo que tenía que decirme, que hizo todo su trabajo sin mencionarme nada hasta que escupió por su boca la frase que me iba a amargar la mañana: "le comunico que esto tiene dos euros de comisión...". Y la razón era que la oficina en la que me encontraba no era la emisora del talón. O sea, ¿me tienen que pagar doce euros de mierda y me cobran una comisión de dos? Sé lo que vais a decir, "pero es que eso ya se sabe..." y tenéis razón, pero es que se da la circunstancia de que carezco de la capacidad cerebral necesaria para entender cómo narices es posible que haya tanta poca vergüenza junta en un gremio como el de la banca y de una vez para otra estas cosas se me olvidan. Y aquí tienes a estos "señores" que como son taco de buena gente ellos, te regalan un iPad 2 si domicilias la nómina en su entidad. Claro, robando como roban podrían regalar un yate con una rubia de impresionantes tetas dentro ya puestos. Obviamente, le dije a esa sanguijuela que me devolviera el cheque. Es más, me cuesta más el viaje en bus hasta la oficina a la que teno que ir, que esos dos euros, pero no me da la gana de pagarle a un banco ni un céntimo de más.

Y mi pregunta es ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo vamos a seguir tolerando esta situación de atraco legalizado? ¿Qué es lo que tiene que pasar para que dejen de pisarnos? ¿Hasta cuándo vamos a dejar que estas prácticas financieras vampíricas nos sigan chupando la sangre? ¿Qué pasará cuando unos padres no tengan para darle de comer a sus hijos por culpa de las actividades de estos malnacidos? Aún hay algo más sangrante. De la terrible deuda que tiene a España sumida en esta jodida crisis, al parecer algo más del 20% pertenece a las familias, el 17% al estado y más del 60% restante pertenece a los bancos y a las grandes empresas. O sea, no somos los causantes de esta situación pero sí la estamos pagando. Y todavía hay que aguantar al Sr. Aznar diciendo fuera de nuestras fronteras, que el movimiento 15M es de extrema izquierda antisistema. O sea, que deberíamos seguir todos bajándonos los pantalones y poniendo el culo hasta que nos lo rompan si así lo consideran. Imagino que a este individuo como político que es poco le afectará la crisis evidentemente.

El otro motivo de mi frustrante indignación es la portada de este panfleto "informativo" que da asco hasta el vómito:

Más de 50 años de terror llegan a su fin. Toda una victoria de la democracia en España y estos "periodistas" nada afines con el gobierno actual son incapaces de reconocerlo. Sólo puedo decir una cosa, a mí se me puso la carne de gallina cuando me enteré y sólo tengo elogios para todos los que han contribuído a llegar a este fin, sean de la ideología política que sean.

Voy a concluir esta entrada con una frase que mi hermano puso en facebook y que me parece muy acertada para ilustrar este texto:

Si tienes una pistola puedes robar un banco, si tienes un banco puedes robar a todo el mundo...

viernes, 9 de septiembre de 2011

La Experiencia

–Te quiero –dijo ella mirando la pantalla. Sus dedos pasaron por encima de los píxeles coloreados que representaban el rostro de su amado en su monitor de veinte pulgadas.

–Y yo a ti, cariño –respondió él.

De nuevo, ambos se pusieron a pensar en su situación. Les separaban miles de kilómetros y les unía una lengua común. Sin embargo, resultaba fustrante no poder tocarse, no poder besarse, no poder ... sentirse... El deseo que sentían era tan fuerte que la piel les ardía a cada momento. Como si cada poro fuera un pequeño volcán en erupción.

–¡No puedo soportarlo más, mi amor! ¡Necesito tenerte! ¡Saber cuál es tu sabor y cómo hueles!

Él la observó con cara incrédula que, poco a poco, fue tornándose en una sonrisa con ciertos tintes de maldad.

–Mira, cielo –dijo–, ¿confías en mí?

–Sabes que sí. Más que en nadie de este mundo.

–De acuerdo. Desnúdate.

Ella sonrió de forma pícara. Sabía que lo único que tenían era eso. Poder verse por la webcam y disfrutar de los pocos juegos eróticos que la red les podía permitir. No era lo que necesitaba, pero tenía que desahogarse como fuera. Se quitó la ropa.

–¿Y tú qué haces? ¿Te vas a quedar así?

–¿Confías en mí, no? Pues cállate y cierra los ojos.

Los párpados cayeron mientras ella oía el cálido sonido de su voz que flotaba en el aire, creando una atmósfera tibia, como cuando te tumbas en la arena de la playa en un día de sol. Su cadencia al pronunciar las palabras, unido al sonido de su propia respiración, le hicieron relajarse.

Y de pronto, el silencio...

Fue consciente de ello prácticamente al mismo tiempo de percatarse que no le importaba. El aire entraba y salía de sus pulmones con intervalos de segundos que encajaban a la perfección. Era como si hasta ese momento no se hubiera dado cuenta de lo que era respirar. Su pecho subía y bajaba cada vez más deprisa y ella no podía entender qué estaba pasando. Aquella quietud le impedía abrir los ojos, era una sensación tan agradable que temía que se esfumase si lo hacía.

Comenzó a ser consciente del espacio a su alrededor. Podía sentir las distancias. Su mente alcanzaba a tocar todos los objetos de su habitación y su boca, que ahora estaba levemente abierta, empezaba a convertirse en desierto por la ausencia de humedad. El corazón golpeaba con violencia las paredes de su cavidad torácica. No era capaz de comprender cómo podía estar tan excitada sólo sintiéndose a si misma. Sus papilas gustativas repasaron el dibujo de sus labios en un inútil intento por volverlos agua. Luego lo sintió.


Al principio no le dio demasiada importancia. Fue como un susurro que viniese de las alturas. Intentó abrir los ojos para ver qué sucedía, mas era algo que su cerebro no quería ordenar que se realizase. Sus párpados no obedecían. Hasta su oído izquierdo llegó el murmullo de una respiración que no era la suya. Ella comenzó a jadear. De pronto algo húmedo recorrió su cuello ¿era su lengua? No podía saberlo, pero fuera lo que fuese, comenzó a revolotear como una traviesa mariposa por todo su cuerpo. Se detenía en sus pezones, insistiendo y haciéndose notar hasta arrancarle pequeños gritos de placer. Aquel ente mojado recorría sus brazos, lo sentía caminar por sus muñecas y ella no podía casi soportarlo. Su boca se abría en un inútil intento de sujetar entre sus labios lo que no estaba allí.

Lo sintió bajar por su vientre, surcando el pequeño cráter de su ombligo. Toda su piel se erizó como si de pronto la temperatura hubiese bajado varios grados. ¿Qué estaba sintiendo? ¿Qué era aquella locura? Ardía y a la vez la humedad en su interior provocaba su cántico de pasión. Los jadeos se convirtieron en gritos y los gritos en éxtasis. Su clítoris comenzó a vibrar, preso de pequeños terremotos de placer avasallador. Su respiración se volvió incontenible. Aquello era como intentar contener la fuerza del mar en una botella. Empezó a moverse al compás de aquella música de amor sexual. Estaba atrapada en aquella oscuridad increíble, pero no quería salir de ella.

Fue en ese momento cuando su vagina entró en erupción. Comenzó a palpitar como si de un fiero león enjaulado se tratase. Sentía que su alma la abandonaba y volvía a su cuerpo de nuevo. Poco a poco las aguas volvieron a su cauce y donde antes había una tempestad, ahora había un mar en calma.

Entonces abrió los ojos. Estaba completamente sola...

lunes, 5 de septiembre de 2011

¿Sólo las palabras...?

He sentido como mi corazón retumbaba en mi pecho, como si necesitara más espacio del que dispone para vivir. He sentido la piel erizada de placer como respuesta a una caricia. En mi mente las imágenes se han vuelto confusas. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Jamás descubriré la verdad? He pasado de sentirme el ser más dichoso del planeta, al más completo estúpido en un breve instante. Sientes un peso enorme en tu interior, como si por tus venas la sangre hubiese sido sustituida por mercurio.

Tengo que aprender de esto. No puedo someter a mi cerebro a este castigo una y otra vez, simplemente porque me resulte más sencillo creer que cuestionarme las cosas. Si yo fuera mi organismo me odiaría a muerte. Me llamaría estúpido e intentaría buscar alguna forma de hacerme reaccionar. Tengo esa sensación de que el mundo es una mentira. De que el amor no existe. De que sólo es un coto privado al que sólo unos afortunados pueden acceder. Pero yo, yo no puedo hacerlo. Me siento extraño allí dentro. Tanta capacidad para amar y tan poco talento para dirigir mis energías hacia algo que merezca la pena y que sea verdad. Y no puedo culpar a nadie, no. Soy yo el único responsable. No encuentro el término adecuado para definirme. ¿Inocente? ¿Estúpido? ¿Confiado...? No lo sé y dudo que llegue a descubrirlo, porque soy incapaz de pensar que pueden engañarme. Pero lo hacen. Se me presentan situaciones llenas de puntos oscuros, llenas de medias verdades. Me han elevado a lo más alto, al techo del universo, para luego dejarme caer al vacío.

Sin embargo, a pesar de todo, no puedo dejar de creer en las personas. Hay una parte de mí que sigue pensando que me estoy equivocando. Que todo es realmente tal y como me habían contado. Y si eso es así, ¿qué puedo hacer? No puedo ayudar a alguien que no quiere mi ayuda. Cuando pienso de este modo me entra el pánico. ¿Qué me tiene que pasar para que me de cuenta de lo que ocurre? ¿Hasta cuándo me van a estar avisando? ¿Y si se cansan de hacerlo..? Tengo mucho miedo...

martes, 16 de agosto de 2011

La vida es una puta...

Sí, ya sé que no digo nada que todos vosotros no sepáis, pero es que esto es la leche. Uno se pregunta por qué narices hay en este mundo tantas cosas que escapan a tu control. No es que me considere precisamente un controlador, pero sí que me gustaría que de vez en cuando pudiera sorprenderme de que las cosas me salen bien. Realmente no debería de quejarme demasiado. Lo mejor de todo es que no tengo a nadie a mi cargo (que bueno el no existente instinto maternal de mi ex...) y lo peor es que, con la edad que tengo, esté a cargo de alguien. Me suelen decir "es que hay mucha gente así" y sí, es un triste consuelo, pero es la verdad. Aunque hay algo por lo que me siento afortunado. Algunas de las malas cosas que me han pasado, sobre todo mis problemas de salud, me alegro de que me hayan pasado a mí y no a mis hermanos, por ejemplo. En eso el destino ha acertado plenamente. Yo era el individuo indicado. No debo quejarme.

De todas formas, lejos de entrar en ese pesimismo cuyas garras me mantenían cautivo no hace mucho, estoy vivo. Tengo amor en mi vida a raudales proveniente de distintos frentes y una mente que funciona a la perfección. Una creatividad que sale de mi cuerpo a través de cada poro de mi piel y la intención de intentar arreglar las cosas como pueda y ayudar a quien me necesite. Llegué a pensar que, dadas las circunstancias, esa situación no volvería a darse en mi vida. Que alguien me necesitase. Pero me necesitan e intentaré no defraudar a nadie. Está empezando a no importarme que mi mano derecha tiemble o que la maquinaria de mi organismo no esté en perfectas condiciones y a veces sufra fallos tecnológicos. Es complicado todo, pero si no lo fuera, este planeta se llamaría Yupi y no Tierra.

Recientemente me he hecho fan de una página de facebook que dice:

"Esta vida es muy puta, asi que échale un polvo y DISFRUTA"

Pues eso...

viernes, 29 de julio de 2011

La familia perdida

He hablado en otras ocasiones de mi familia, sí que es verdad, pero no de lo que voy a hablaros hoy. Yo tuve un abuelo, bueno, como todo el mundo tuve dos, a cual de ellos con una vida más que interesante, por decirlo de alguna manera. Pero concretamente a mi abuelo paterno apenas lo conocí. Murió siendo yo muy pequeño. Este señor fue una persona difícil, sobre todo para la gente que tenía a su alrededor. A finales de los años treinta dejó embarazada a mi abuela sin que se llegara nunca a casar con ella y luego, por algún motivo que hasta este momento ignoro por completo y además me importa bien poco, se casó con otra mujer y tuvo siete hijos con ella. Mi abuela no hablaba mucho, por no decir nada, de lo que pasó realmente. Lo único que yo sé y que nunca he llegado a entender, es que ella lo quiso con una pasión desmedida durante toda su vida. Me atrevería a decir que incluso lo quería más que a mi padre. En aquella época os podéis imaginar lo que tenía que ser tener un hijo sin haber estado casada. Alguien de mi familia me contó, no recuerdo quién, que mi abuela no salió a la puerta de la calle durante todo su embarazo y luego tuvo a mi padre, el mayor de los ocho hijos que llegaría a tener mi abuelo (o nueve, nunca me quedó claro). Mi padre no fue un hijo ilegítimo. Al fin y al cabo llevaba el apellido de su padre, pero sí fue un niño solitario. No conocía a sus hermanos y no se crió con ellos. A día de hoy, sigue sin conocer a sus tres hermanas. Pero él sentía una aversión por su padre increíble y peor todavía cuando veía a su madre que a pesar de todo, los ojos le hacían chirivitas cada vez que lo veía. Como consecuencia ocurrió esto, que no conoce a la mitad de su familia.

Siempre he sabido (todos lo sabíamos) que tenía familia en Sevilla a la que no conocía y debido además a la originalidad de mi apellido (María) también se daba la circunstancia que cada vez que alguien me hablaba de algún María, siempre pensaba que seguro que era pariente mío. Sin embargo, un día me ocurrió algo que me dejó un poco consternado.

Todavía trabajaba yo en la tienda de electrodomésticos. Un día una pareja entró a comprar un aire acondicionado. Ella era muy guapa y yo fui el que les atendió. Cuando ya mis dotes comerciales los habían convencido para que se llevaran un aparato llegó el momento de hacerles la factura y ella me dio sus datos personales. Cuando me dijo su segundo apellido me quedé petrificado. "María". No os puedo explicar lo que sentí exactamente, pero me di la vuelta muy despacio y pregunté

"¿Cómo?"
"Sí, es que tengo un segundo apellido muy original"
"Y tanto. A mí me pasa lo mismo"

Nos pusimos a hablar y resultó que era prima hermana mía. Pues bien, salió de la tienda y yo me quedé un poco hecho polvo pensando que a lo mejor no volvía a verla. Y así fue.

Pero llegó la tecnología y con ella el facebook y otro primo mío se dedicó a buscarnos y nos encontró y resulta que es un tío estupendo. He vuelto hablar con mi prima y parece que los errores de nuestros antepasados no nos van a impedir conocernos y estoy encantado.

Ah, por cierto, la "familia perdida" considero que en realidad somos nosotros y no la gran cantidad de primos que parece que tengo...

martes, 19 de julio de 2011

Redeando por la red...

Esto de internet es increíble. Uno no para de pensar hasta dónde va a llegar todo esto, porque lo que es yo no le veo el fin (bueno sí, el mundo acabará en 2012, así que es de suponer que internet también). Hace once años que soy internauta. Un poco más quizás. En todo este tiempo he ido observando la evolución del medio. Recuerdo cuando no había ADSL. Antes de conectarme en mi casa, mi amigo Jesús y yo íbamos a una tienda de informática, que no recuerdo dónde estaba, a conectarnos. En aquel tiempo de teclados color hueso, ratones de bolita y enormes monitores de rayos catódicos, no teníamos ni el euro (benditos tiempos). Sí, seguro que os acordáis. Era aquella época en la que mil pesetas era una fortuna. Ahora seis euros es una mierda (y lo peor, treinta euros también). Teníamos que pagar la conexión por horas. Ahora en los ciber está muy de moda, pero entonces era superextraño, creedme. Y allí nos llevabamos toda la tarde guardando información (páginas web completas) en discos de 3,5. Maravillosas páginas estáticas sin flash que te volvieran completamente loco.

Pocos años después tuve conexión en casa. De esas que ocupaban la línea telefónica y que sólo tenían tarifa plana a partir de las seis de la tarde. Fue en aquel entonces cuando hice mi primera amistad por internet. Mi queridísma amiga Ana. Cuando todavía podías charlar en un chat sin que te salieran mil colgaos queriéndo enseñar su manubrio a cualquier chica que se pusiera a tiro. No existía el facebook, ni el tuenti, ni nada. Si hubiera existido, Ana y yo lo habríamos pasado realmente bien (aunque lo pasábamos igualmente bien de todas formas). Recuerdo el aterrorizante "efecto 2000". Fue terminar de comerme las uvas de la nochevieja de 1999 e irme a la pantalla de mi ordenador a presenciar el principio del fin del mundo. Pero no pasó nada, el efecto fue una milonga preparada por empresas informáticas para ganar más pasta de la que ya ganaban.

Ahora todo es mucho más fácil. Todos estamos conectados con todos y las redes sociales son un tumulto de gente enseñando fotos y cotilleando de todo el mundo. Porque vamos a ver, ¿hay algo más divertido que cotillear el muro de un nuevo amigo? Gracias a facebook he retomado el contacto con amigos que hace un siglo que no veía e incluso he vuelto a hablar con mis dos primeras novias. Es increíble. Y ahora soy administrador de dos grupos de facebook. Un club de solteros que no vale para nada, porque la gente se enrolla poquísimo y uno que ha hecho mi familia y unos amigos en el que soy administrador porque tenía que subir el logo que había hecho. ¿Hasta dónde llegará todo esto?

martes, 5 de julio de 2011

Música, alcohol y poquito de Photoshop...


He terminado un curso más. Otro. Desde que me quedé parado llevo unos cuantos. Ayer me despedí de otro buen grupo de compañeros con los que me lo he pasado genial. A vosotros quiero pediros perdón. Sé que me habéis escuchado muchas veces hablar de esto, pero me siento culpable porque siento que no he aprovechado bien el tiempo que he pasado en ese aula. Diréis que no pasa nada y todo eso, pero precisamente en anteriores ocasiones, alumnos de otros cursos que han hecho lo que he estado haciendo yo en este, me han enervado una barbaridad. Afortunadamente, sé que me habéis comprendido en todo este tiempo y me habéis escuchado y todos sabéis lo que me pasa. No estoy muy contento con mi trabajo, aunque estoy superfeliz de no haber dejado que el desánimo me hundiera y de haber encontrado a veces fuerzas de donde no las tenía para ir a clase y compartir minutos y conocimientos con vosotros.

Pero vamos a lo que vamos. Jesús (el profe), no sé si la idea de la "fiestuki" (ja,ja) fue tuya o no, pero fuera de quien fuera, fue una pasada. Dios, que bien me lo pasé. Cuando iba en el autobús de camino a Ingecon, pensaba "Hostia, verás tú como al final haya sido todo una milonga y el único que lleva comida soy yo como un pringado". Pero nada más lejos de la realidad. Yo llegué allí con mi tortillona que mi amada madre me había hecho con mucho cariño y teníais montado un picnic al final de la clase y claro, empezamos con las cervecitas primero y empezó el desfase. En parte esto pasa porque Inma y Eva por alguna extraña razón que no alcanzo a comprender, tienen como un áurea mortífera que hace que todas las personas a su alrededor se emborrachen. Lo tengo comprobado. Y se puso músiquita en uno de los ordenadores cortesía de Víctor, nuestro pinchadiscos, y ea, allí toda la peña como si en vez de en clase estuviéramos en una fiesta universitaria. Yo estaba muy solícito. Creo que bajé todas las veces que se fue a comprar alcohol, menos la primera. Lo cual me lleva a pensar que en realidad ni solícito ni leches. La primera vez sólo fueron tíos y todas las demás fui acompañado de nuestras preciosas compañeras. Salíamos con las manos vacías, saludábamos con la cabeza a las chicas de Ingecon y cuando volvíamos con bolsas llenas de bebidas volviamos a saludar mientras Paqui parecía mirar para otro lado. Y claro, la graduación etílica de semejantes delicias líquidas comenzó a hacer su efecto devastador sobre nosotros. Bueno, a todos no. Lo de nuestro compañero Jesús no es el alcohol. Es que es así. Para mi vergüenza, puede que yo fuera el más afectado, porque me llevé toda la tarde llamando a Begoña "Belén" y a Belén "Belén". Pero vamos, no me lo tengáis en cuenta. De todos es sabido el gran parecido físico entre ambas. Le podía haber pasado a cualquiera (y no diré nada más si no es en presencia de mi abogado).

Al final todo acabó como estaba previsto. Jesús haciendo el ganso, Víctor riéndose de lo que hacía Jesús, Miguel con su novia, Begoña riéndose de esa forma que contagia a todo el mundo, Paloma haciendo de Paloma como sólo ella sabe hacer, Belén iluminando la clase con su presencia y yo con mis niñas Inma y Eva bebiendo cervecita en otro bar (el poder mutante ese que tienen, ya sabéis...). Llegué a mi casa un pelín tocado (bueno, algo más de un pelín, mi madre tuvo que quitarme los pantalones, minudencias...) Todo perfectamente integrado en el guión de lo que ha sido este curso. Gracias a todos. Espero que tengáis suerte y que sigamos siendo amigos para toda la eternidad.

Posdata: David, Jorge y Antonia, también tenéis un cachito de mi corazón. No me he olvidado de vosotros.


domingo, 3 de julio de 2011

...mientras, tu vida sigue su rumbo...

Tuve tanta suerte. Hace cuarenta años el destino, la vida o quienquiera que fuese, tuvo la idea, genial o absurda, no soy quién para decirlo, de ponerme en este mundo para probar cómo se vivía. Tal vez debería habérselo pensado mejor antes de hacerlo. Lo cierto es que no me lo han puesto nada fácil. Sin embargo, a pesar de todo, aquí estoy.

En algo si tuvo consideración conmigo. Supongo que como compensación, me colocó en el seno de una familia que, si bien no es perfecta, es posiblemente la mejor en la que te puede tocar permanecer. Me pregunto cuál sería la mejor forma de poderos transmitir lo que tengo en mi corazón sin parecer esto ñoño o sentimentaloide. Voy a intentarlo.

Mis hermanos. ¿Qué puedo decir de ellos? Siempre están ahí. Da igual cuál sea mi problema. No importa si lo estoy pasando mal porque no tenga dinero, porque una chica no me haga caso o porque esté inaguantable con mis neuras. Mi hermano Carlos es mi ángel de la guarda. No va a permitir que caiga en el desánimo. A pesar de sus problemas, siempre me parece tener como principal prioridad. Y puede que eso no sea así, pero es como yo lo siento. Mi hermano mayor, Mario, que es la voz de la sabiduría. Que sabe qué palabra decir en cada momento. Y luego están mis hermanitas. Dos guerreras con disposición a machacar lo que intenta machacarme a mí.

Mis padres. ¿Qué puedo decir de ellos? Para mí siempre han sido sinónimo de protección. No puedo concebirlos de otra forma.

Pero hay mucha más gente. Mucha a la que agradecer cosas. Por eso quiero agradecerle a mi tía Chari su gesto de segunda madre cuando más falta me ha hecho. A mi prima Concha, por demostrarme que jamás perdimos esa complicidad que en su día tuvimos y que nunca nos ha abandonado. A mi prima Ana, porque no te imaginas el valor que tus bromas tuvieron para mí ayer. Justo lo que necesitaba. A mi primo José Luis, porque siempre ha demostrado ser mi amigo y porque cada vez que me abraza y me besa siento ese vínculo irrompible que nos une. A mis primos los Zayas, Antonio, Jose Mª y Dani, me crié con vosotros y el tiempo me ha dado la razón. No hay nada que pueda haber valido más la pena que eso.

En fin. Somos tantos que es complicado mencionaros a todos. Sabéis quiénes sois. Anoche no hubo ni uno solo de vosotros que no me arropara, que no me preguntara y que no me diera toneladas de cariño. Perdonadme todos por mis horas bajas. Están siendo tiempos duros para mí, pero estoy aprendiendo a vivir con ello. Estoy empezando a no sentirme metido en un pozo negro. Puede que todo esto os parezca una tontería, pero os garantizo que a mí, cada vez que pienso en ello, no puedo evitar que se me salten las lágrimas. Gracias.

viernes, 10 de junio de 2011

Mi amiga Mercedes

Te ha pasado algo muy duro, amiga mía. No puedo imaginar tu dolor, porque nunca he perdido un ser querido lo suficientemente importante para mí. Pero mitiga tu pesar. Hazlo porque te queda mucha vida que disfrutar y que compartir con quienes te queremos. Todavía recuerdo el día que te conocí en aquel salón de actos donde nos hablaban de nuestro bonito piso que tantas ganas teníamos de habitar. Fuiste mi primera amiga en el bloque. Me pareciste un encanto desde el primer momento. Luego, tú tuviste suerte aunque yo no. Conseguiste formar una familia con ese buen hombre que tienes por marido. Que siempre está ahí y que nunca te falta. Que te quiere. ¿Sabes lo que es eso? Yo no lo sé. Nunca tuve tanta suerte. Pero ahí lo tienes. Sería capaz de mover una montaña para conseguirte un refugio, de cambiar el curso de un río para darte de beber y de velar por ti el tiempo que hiciera falta para que tus sueños siempre estuvieran meciéndose en la quietud de una tranquila noche.

Y dentro de ti tienes el fruto de esta magia que ambos desprendéis. Y no temas nada. Sabes que no soy muy espiritual, pero estoy convencido de que él siempre estará con ella y velará por su bienestar, esté donde esté. Y un día podrás contarle lo bueno que era su abuelo y podrás hacerle ver por qué es tan importante que no se le olvide nunca. Porque te mereces ser feliz y porque lo serás. La vida no quiere que todo nos resulte fácil y a veces es demasiado incisiva para recordárnoslo.

Yo, desde mi humilde punto de vista, sólo puedo decirte que siempre estaré aquí. Que siempre seré tu amigo pase lo que pase y que mi apoyo lo tendrás a tu lado impertérrito e inamovible. Ojalá pudiera hacer algo más, pero no soy lo suficientemente inteligente como para poder saber cómo quitar ese peso de tu corazón. Por eso, en estos aciagos momentos en los que todo parece triste, en los que las cosas se vuelven más duras y en los que parece que nos hallamos en medio de una tempestad que nos engullirá sin remedio, sólo quiero decirte una cosa, te quiero mucho.

viernes, 3 de junio de 2011

La Píldora

Me preguntaba en este preciso instante si puede ser posible que mi vida cambie definitivamente. A mi alrededor tengo esa sensación que no eres capaz de deducir si realmente es algo bueno o malo. Pero desde luego, es una sensación de cambio. Está siendo muy complicado para mí conseguir el grado de positividad que muy probablemente sea el que necesite. Seguramente todo se deba a un pensamiento absurdo de que todas las circunstancias de lo que acontece me harán perder algo que mi subsconciente considera necesario pero que en realidad no tengo, con lo que difícilmente podré perderlo.

Me siento a veces frustrado y afortunado al mismo tiempo. Frustrado porque no consigo arrancar de mi piel esa costra de fatalismo que parece no querer abandonarme, pero afortunado porque al pensarlo con frialdad, veo que ante mí toda una gama de oportunidades que no pueden traer nada malo de ninguna de las maneras. Tal y como están las cosas, cualquier cambio en mi vida tiene que ser positivo.

Tengo mucho que ofrecerle a la vida. No puedo seguir defraudándola y dejándole que sienta que conmigo no está haciendo un buen trabajo. Es difícil, pero debo intentarlo. En algún lugar debe de estar esa píldora de la felicidad que me haga sentir que todo este camino ha merecido la pena recorrerlo. Voy a buscarla con ahínco y voy a empezar esta noche.

martes, 24 de mayo de 2011

La princesa y el pobre

Había una vez un hombre normal. Era una persona humilde, de esos que apenas tienen posesiones. De esos a los que la vida no suele tratar bien. Aun así, era un hombre feliz. Su vida transcurría plácidamente sin excesos, aunque las dificultades intentaran que todo se le pusiese cuesta arriba. Era alguien noble, incapaz de pensar que había gente mala en el mundo. Su familia y vecinos lo apreciaban mucho y todo el mundo pensaba que era una buena persona.

Un día, el destino le puso en su campo de visión a una mujer. Melena negra y ojos oscuros. Cuya sonrisa podía hacer resucitar a un cadáver y con una voz que sonaba como el agua de un manantial vertida sobre la calma de una tarde de primavera. El hombre se enamoró perdidamente de ella al instante. En su mente hacía cábalas sobre la suavidad de esa piel que la cubría, pensando que no podía haber en este universo nada que pudiera ser más agradable.

La mujer, que igualmente venía de una familia humilde, también se sintió atraída por él. Ella era buscadora de tesoros. Durante toda su vida se había dedicado a encontrar lo inencontrable. Todo en un afán por salir de la miseria en la que se sentía atrapada. Su avaricia no conocía límites. Era capaz de no comer si con ello conseguía conseguir guardar unas monedas para su gran proyecto. Sin embargo, se enamoró también del hombre y durante un tiempo desatendió su búsqueda. El hombre, que era habilidoso con las manos, le regaló una escultura de madera que representaba a un ángel, que había tallado con sus propias manos. Decía que cuando ella la mirara siempre recordaría el cariño que se profesaban ambos. Eran dos jóvenes enamorados. Cuando estaban juntos el amor se podía atrapar entre los dedos. Todo eran besos, caricias y buenas palabras. Pero, con el tiempo, ella dejó de sentir esa pasión. Volvió a sus tesoros con ahínco. Desatendía a su amante, pero al final consiguió encontrar lo que buscaba. Y así, se convirtió en la princesa más poderosa de la comarca. El hombre sentía que la estaba perdiendo, pero nada había que pudiera hacer. Ella se rodeó de un grupo de consejeros que, si bien no ponían en su cabeza ninguna idea que no tuviera que estar allí, sí la potenciaban y hacían que se comportara de forma incorrecta con él.

Y todo se derrumbó. Ella dejó de amarlo en algún momento oculto entre las mentiras. Ya no le gustaba que su amante fuera pobre, porque ella era inmensamente rica y pensaba que merecía algo mejor. Lo despreció y lo abandonó a su suerte. El hombre se sintió desolado. Su vida había girado en torno a la princesa demasiado tiempo y ahora se encontraba perdido. Volvió a la chabola en la que había estado viviendo durante tantos años antes de conocerla.

Pasaron meses de sufrimiento y desdicha. El hombre estaba demasiado triste para querer seguir viviendo y sólo estaba interesado en que el tiempo hiciera su trabajo y le quitase definitivamente las ganas de mantener su existencia.

Una mañana, cuando el hombre salió de su humilde morada para asearse en el lago, encontró en el suelo, a la entrada de su casa, un paquete. Era algo envuelto en papel de estraza y amarrado con una fina cuerda de esparto. Su nombre venía escrito en el papel. Con un nerviosismo inusitado comenzó a abrir el paquete. Cuando terminó, el rostro de una escultura de madera tosca lo miraba a los ojos con indiferencia. Era el ángel que había tallado hacía tantos años como una muestra de amor perfecto hacia la princesa, cuando todavía no era tal.

El hombre respiró hondo y una lágrima solitaria recorrió su mejilla hasta estrellarse en aquel suelo polvoriento. Luego, pensó:

-Princesa, me has dado la fuerza que estaba necesitando...

jueves, 19 de mayo de 2011

Terapias

Me ha pasado algo curioso. Estaba navegando por internet y entre olas de código binario y bits de información, en uno de los sitios visitados, he visto un baner que ha llamado mi atención. En él rezaba el rótulo: "Conoce la Psicología Transpersonal..." o algo parecido. Inmediatamente mi cerebro ha buscado entre el polvo de las palabras más escondidas en mi materia gris y ha reconocido ese término. Transpersonal. Y he recordado dónde lo había escuchado antes. Difícil sería que no fuera así, ya que los labios en los cuales irrumpió dicha palabra, eran de suma importancia para mí en el momento de ser pronunciada. Es como si se me hubiese grabado en el granito de mi mollera. Ni siquiera consigo acordarme en que tipo de conversación me hallaba aquel día para haberla escuchado, pero recuerdo su sonido llegando a mis oídos y quién fue la persona que lo había emitido Así que he entrado en el lugar al que aquella puerta me dirigía.

La verdad es que no he entendido mucho. Demasiada retórica y demagogia incomprensible que no me deja claro nada. Así que lo he buscado en wikipedia. Tampoco me ha aclarado demasiado. Su definición es

"La psicología transpersonal trata del estudio de los potenciales más elevados de la humanidad y del reconocimiento, comprensión y actualización de los estados de conciencia unitivos, espirituales y trascendentes."

Y luego más abajo dice que abarca las experiencias cumbres (???), experiencias místicas, trances sistémicos y experiencias metafísicas de la vida. No sé a vosotros, pero a mí todo esto me da un yuyu que no veas. Bueno, pues a pesar de eso, yo he recibido terapias de psicología transpersonal, aunque entonces no sabía que se llamaba así. La dueña de los labios de los que hablaba antes me convenció para que las recibiera porque "me iba a ayudar mucho". ¿Qué pasó? Que no me ayudó, para nada. Bueno sí. Me ayudó a darme cuenta de que la "terapeuta" que me daba la "terapia" era superlista y que si cogía a alguien débil mentalmente, y no digo alguien estúpido, se lo llevaría a su terreno y le sacaría todo lo que pudiera, dejando en su recorrido todo lo que le pudiera resultar un lastre peligroso. Y así fue. Conmigo no pudo, pero con aquella persona de la que hablaba antes sí. Y el lastre peligroso del que consiguió liberarse fui yo.

A mí la cosa empezó a sonarme rara el día que me dijo "tú si crees en Dios, lo que pasa es que no lo sabes". Si este blog permitiera emoticones, aquí vendría una bolita amarilla con la mandíbula desencajada. Cuidaos de estas personas. Pueden destrozarte la vida.

martes, 17 de mayo de 2011

Puede que me esté equivocando

Es difícil que uno mismo deje de ser tal y como es. Se intenta. Por todos los medios, pero se hace una tarea ardua conseguir el objetivo que te estés marcando. Al menos yo no puedo. Incluso sabiendo los beneficios que podría traerme, soy incapaz de no ser como soy aunque sólo sea por breves momentos.

Y la gente me llama "tonto" por no hacer lo que dictaría la lógica en determinadas ocasiones. La peor consecuencia que trae todo esto es el hecho de que te relaciones con una persona (o personas) que te conozca a la perfección y sepa cómo aprovecharse de lo que para ellos resulta una actitud cómoda para sus planes. Es frustrante. Como dice el refrán "El ladrón piensa que todo el mundo es de su misma condición". Pues eso me pasa a mí. Me encuentro en una situación en la cual debería actuar con contundencia y atajar lo que a todas luces parece que se convertirá en algo beneficioso para mí y no lo hago. No puedo, porque en el último momento dejo de pensar en mí y mi mente se pone a funcionar a favor de mi contrincante emocional, pensando que, en realidad, esa persona no va a hacer lo que todos los indicios indican que va a hacer. Y, evidentemente porque no vivimos en los mundos de Yupi, al final el individuo o individua en cuestión hace lo que debería haber hecho yo, pensar en él y fastidiarme a mí, porque en realidad es así como sucederá lo que estaba esperando.

Beneficio. Asquerosa palabra esa. He buscado su significado en un diccionario en internet y me he encontrado con esto: "Provecho, compensación moral o material por una obra realizada.". Fijaos, "compensación moral o material". ¿Qué ocurre cuando en vez de darse una de las dos razones se dan las dos juntas? A mí lo que me pasa es lo de siempre, que mi estúpida mente sigue sin percatarse de que yo soy el ser que la contiene y debería de buscar ese provecho en mí y dejar de pensar en los demás. No entiendo ese afán que tengo de quedar bien con todo el mundo. Parece como si mi mayor objetivo en la vida fuese no caerle mal a nadie o que nadie piense mal de mí. Es absurdo. Principalmente, porque es una quimera imposible de realizar. Por mucho que te esfuerces siempre habrá alguien que no te soporte. Es lógico.

Necesito tener un espíritu más luchador. Buscar en mí esa valentía que me haga hacer las cosas de otra manera. Sin embargo, es tan difícil dejar de ser yo...

miércoles, 4 de mayo de 2011

Pueblo anestesiado

Un tercio del producto interior bruto mundial se encuentra en paraísos fiscales. Eso significa que, por mucho que trabajemos, por mucho que nos esforcemos, por mucho que produzcamos, ese dinero no cotiza en ningún sitio. Es un dinero que sirve para que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres.

Vivimos en una sociedad capitalista. Además, impuesta. Estos mismos señores de antes (los ricos), durante mucho tiempo nos han hecho creer a todos que vivíamos en los mundos de yupi, que había dinero para todo y que podíamos comprarlo todo. Y como sociedad capítalista, intrínsicamente unido, tatuado en su piel, tiene al consumismo. Y llegaba un chico de dieciocho años a unos grandes almacenes, un chico al que esta misma sociedad le había inculcado que estudiar no servía para nada, que lo importante era currar, al que llevarse todo el día poniendo ladrillos le aportaba a final de mes más dinero que el que podría ganar un médico pasando consulta. Y se compraba una tele de un trillón de pulgadas y le daban la financiación de la misma a pesar de tener un contrato de sólo dos meses.

Como somos una sociedad consumista pues consumimos bestialmente. Y, evidentemente, todo esto sin importarnos una mierda explotar los recursos de países del tercer mundo que se mueren de hambre y pasar por encima de la vida de millones de personas. Y tenemos a un ciudadano iraquí sumido en la miseria y sin poder darle a su familia algo que llevarse a la boca, mientras lleva toda su vida pisando un suelo bajo el cual se encuentra la energía que mueve el planeta. Porque nuestros amigos los poderosos (los ricos) se han inventado cosas como la moda y nos meten en la cabeza con esa gran habilidad que les caracteriza, que tener un iPad2 es mejor que tener sólo un iPad y que un teléfono móvil que sólo sirve para mantener conversaciones telefónicas es una basura, que lo que mola es que cague y mee por ti si hiciera falta.

Y llega la crisis. Pero a los tíos estos se la suda todo. Telefónica, en medio de la peor crisis mundial que se recuerda, obtiene los mayores beneficios de su historia y encima pretende hacer un expediente de regulación de empleo y echar a la calle a 6000 personas.

Tenemos la inmensa suerte de ser europeos. Esto significa que ser del viejo continente nos aporta una serie de privilegios sociales que no existen en otros lugares. ¿Qué es lo que ocurre? Que nuestros amigos adinerados pretenden cuando lleguen al poder, porque desgraciadamente llegarán, borrar de un plumazo esos privilegios. Quieren que seamos como los americanos. Que tengas que tener un seguro médico por narices y que si no lo tienes te puedas morir porque te ha salido un grano en el culo. Y si quieres que tus hijos estudien una carrera universitaria tengas que pagarla. Porque, eso de que el hijo de un fontanero estudie al lado del mío, que soy abogado, ¿cómo va a ser?

El problema es el de siempre: la gente de izquierdas está anestesiada. Sin embargo, ellos no, ellos irán a votar todos. No faltará ninguno. Y eso no es lo peor, no. Lo peor es que un albañil que lleve un año sin trabajar, en su profunda ignorancia, también los votará pensando que el actual gobierno es el causante de su desdicha. Pueblo anestesiado.

Hay cosas peores para 2012 que el fin del mundo...

lunes, 2 de mayo de 2011

Amistad binaria

Era 5 de diciembre de 2000. El cursor parpadeaba en aquella pequeña ventana que tan bien llegaría a conocer. ¿Había sido "hola" la primera palabra que escribí? No lo recuerdo realmente. Aún hoy me pregunto qué me hizo elegir aquel nick entre los muchísimos que había cuando intenté entablar mi primera conversación en aquello tan raro para mí que se llamaba chat. Era el nombre de un personaje de Isabel Allende, pero yo no sabía eso entonces, así que no fue por ello por lo que lo elegí. Pero el caso es que fui afortunado. Este siempre ha sido mi baluarte con el cual defender el hecho de que una relación surgida en internet, sea del tipo que sea, puede llegar a funcionar.

A mí me funcionó. Llevo once años casi con una amistad por internet. Claro que si hubiera tenido mala suerte y no hubiese dado con esta chica puede que todo hubiese sido distinto. ¿Qué posibilidades hay de dar con alguien tan inteligente, culto y con quien se puede hablar de cualquier cosa en tu primer intento? Ya os digo, tuve suerte.

Si tuviera que usar una sola palabra para definir a mi amiga, me costaría muchísimo elegir la adecuada. El dilema estaría entre "lealtad", "comprensión" o "alegría". Lealtald porque siempre ha estado conmigo, apoyándome cuando lo he necesitado, diciéndome justo lo adecuado cuando ha hecho falta. Comprensión porque parece que se mete en mi cerebro y siempre sabe lo que pienso. Terminamos uno las frases del otro y sentimos lo mismo por las mismas cosas. Y alegría porque nadie sabe, sólo nosotros dos, lo que esta relación ha dado de sí y las risas que hemos llegado a echar tan sólo escribiendo palabras en una pantalla de ordenador.

Y también hemos tenido nuestros malos momentos. Ella los tuvo en el pasado y yo los estoy teniendo ahora. Y si la escucháis a ella hablar de mí os dirá que la apoyé mucho y todo eso, pero nada que ver con lo que ha hecho por mí y sigue haciendo. En estos meses siempre ha tenido en sus labios (o teclado) la palabra justa que yo necesitaba oír. Ha impedido muchas veces que me derrumbase y me ha hecho reír cuando ha sido necesario.

Probablemente tenemos una relación única. Habría que ponerle nombre, porque dudo mucho que exista otra igual. Y lo más curioso de todo esto es que jamás nos hemos visto en persona. No por falta de ganas, sino porque el destino ha querido siempre que esto fuera así y nunca nos ha dado facilidades para poder encontrarnos.

Yo quiero darte las gracias, amiga mía, por todo. Tengo la suerte de tener muchos apoyos en mi vida, pero el tuyo es especial. Espero tenerte siempre ahí. Yo por mi parte nunca faltaré, porque eres tan importante para mí que nada de lo que pueda pasar entre nosotros cambiará este sentimiento. Sabes lo que quiero decir. Te tendré siempre en mi corazón, aunque sólo seas una representación de alguien que quiero en forma de código binario.

Vacío

Es curioso lo que se siente cuando eres incapaz de hacer que tu cabeza deje de pensar en algo que, sin ningún género de dudas, te está perjudicando. Y es difícil. Intentas no pensar en ello, intentas meter algo en tu cerebro que pueda sustituir a ese intruso que de ninguna de las maneras has querido que entre ahí, pero al que es imposible hacer desaparecer.

Ese intruso, en mi caso, se llama vacío. Sí. Uno no alcanza a estar seguro de si es una sensación o un ente corpóreo con vida propia. Pero está ahí, alojado en tu ser. No queriendo que te sientas bien del todo. Manifestándose en forma de cajones desiertos y en una casa fría que antes olía incluso de otra manera y que ahora te recuerda todo lo que jamás llegará a ser. Y no paras de pensar en ello y te preguntas ¿sólo a mí me pasa esto? Y todo te lo recuerda y cometes el error de hacérselo recordar a los demás. Y las sientes en tu rostro. Sientes la fatalidad. El mal rollo. Como digo, no puedes controlarlo.

Pero debo intentarlo. Todo esto para lo que realmente me está sirviendo es para darme cuenta de que soy más fuerte de lo que pensaba. No va a desaparecer. El vacío va a estar ahí durante mucho tiempo, así que tendré que aprender a vivir con él (como si fuera ese personaje de cómic en el que estáis pensando, amigos frikis...). Para ello el destino me ha puesto por delante toda una semana de feria, que me puede servir de ayuda. Puede que ella se convierta en mi mejor amiga y consiga que el vacío se olvide de mí durante un tiempo.

Necesito hacer desaparecer esta jodida sensación. Estoy llegando a aburrir hasta a las ovejas...

miércoles, 20 de abril de 2011

¡¡¡1.000 VISITAS!!!

Estoy emocionado, lo admito. Cuando empecé con esto del blog jamás pensé que podría llegar a este número y sigue creciendo.

Gracias a todos. A todos los que me apoyáis en esto. A los que les ha gustado y a los que no. A todos vuestros comentarios (cuando los hacéis) y a los que incluso esperan ansiosos mis nuevas entradas.

Gracias.

martes, 19 de abril de 2011

Matérica

Un cadáver destripado encontrado en el Callejón de la Inquisición, en Sevilla, formará parte de un mosaico de macabros asesinatos, perpetrados por una mente retorcida que va matando a famosos fotógrafos en la ciudad. Después de cada uno de ellos, van apareciendo escalofriantes obras de arte, realizadas con partes de los cuerpos de las víctimas. La policía apenas tiene pistas y nada parece llegar a ningún sitio.

En medio de toda esta vorágine de violencia está el fotógrafo Bruno Díaz que se siente abrumado ante todo el horror que parece llevar a cabo un admirador de su trabajo como artista. Ningún indicio podría jamás conducir al secreto inconfesable del asesino. Mientras, las calles de Sevilla no paran de sangrar...

viernes, 15 de abril de 2011

Mis amigos

Tengo un grupo de amigos. De esos importantes. De esos que jamás te fallan. De esos cuyo apoyo está siempre ahí, sin preguntar, sin cuestionarse, pero desde la perspectiva de su propio razonamiento. Y de todos ellos hay uno que, por su carácter y su forma de ser, sobresale de los demás. Él es la voz de la sabiduría en nuestro pequeño colectivo. Quizás sea porque es el mayor de todos nosotros. El que más ha vivido. El que más tiempo lleva aquí y el que intenta siempre iluminarnos desde su visión experimentada del mundo.

Mi amigo es capaz de hacerte reír como nadie y de plantarte los pies en el suelo si, por algún momento, intentas despegar hacia cielos absurdos que no llevan a ningún sitio. Y por eso y por muchas cosas más, lo aprecio tanto. Permanecerá en el umbral de mis necesidades hasta que me haga falta recurrir a él. Lo sé. Él y todos los demás han sido las columnas donde mi pesadumbre y mis grises momentos han descansado, impidiendo que pudiera derrumbarme. Y ha cumplido un año más y nosotros hemos estado con él. Y yo por mi parte seguiré estando en los tiempos venideros. Porque necesito su amistad y porque quiero seguir disfrutando de su agradable compañía y la de su mujer y la de todos los demás.

Juan, gracias por ponernos a todos en nuestro sitio. Por discutir conmigo. Por encenderme las luces cuando no he sabido hacerlo yo. Por hacerme reír e impedir que pudiera llorar. Pero sobre todo, gracias por ser tú. No cambies nunca. Feliz cumpleaños.

miércoles, 6 de abril de 2011

No dudaré

Así es, no lo haré más. Dejaré de guiarme por la fatalidad como hasta ahora. Estoy vivo, viviendo como se vive esta vida. Aprovechando cada uno de esos minutos por los que transcurrimos sin avisar y sin casi sentir lo que percibimos. Desgajando el fruto de nuestra existencia sin acertar a qué velocidad deben de hacerse las cosas. Quiero hacerlo despacio. Ver como pasan los segundos sobre mí. Detenerme en todos y cada uno de ellos y disfrutar de su existencia. Contemplando el tiempo y el espacio, quiero hacer ese recorrido entre segundos. Tan efímero. Tan perfecto. Y alcanzar el éxtasis. Como si de un orgasmo infinito se tratase. Quiero ver finalizar cada minuto sin impaciencia por la llegada del siguiente.

Porque esto es vivir. Esta concepción de la realidad que siento a mi alrededor. El sol sobre la piel y el viento acariciándote suavemente. No quiero otra cosa. No necesito otra cosa.

Vivir.

jueves, 24 de marzo de 2011

Cosas inentendibles

En esta complicada vida que nos ha tocado vivir, suceden cosas que, lejos de tener algún fundamento lógico en su acontecer, parecen ceñirse a acontecimientos inexplicables que no tienen ningún sentido. Os cuento esto porque, al parecer, esto de internet y sobre todo, el tema de las redes sociales, es una mina para personas que parecen frustradas con su vida (y digo parecen), porque si no es así, es incomprensible determinadas actitudes que últimamente me estoy encontrando en facebook que, sin comerlo ni beberlo y sin haber hecho nada para merecerlas, parece que buscan utilizarme para divertirse de la única manera que su retorcida inteligencia (si es que se puede llamar así...) les permite hacerlo: insultando sin motivo y, lo peor, prejuzgándome sin conocerme de nada.

Y no lo entiendo. Hasta ahora, y llevo muchos años con conexión a la red, os puedo garantizar que nadie que haya hablado conmigo me puede tildar de maleducado o borde o cualquier cosa que se le parezca. Sin embargo, un día hago un comentario (inocente y a todas luces banal) sobre una foto de uno de mis amigos de la red social y de pronto me echan a los leones. Y además de una manera bestial, en el sentido de que no había dado motivos para ello. Diciéndome aburrido (que es algo que me resbala...) o incluso poniendo en duda mi inclinación sexual sólo porque llevo una camiseta de Superman. Cualquiera de las personas que SÍ ME CONOZCAN, saben el motivo de mis camisetas, que no es otro que mi amor al mundo del cómic. Pero vamos, independientemente de eso, ¿por qué a la gente les gusta juzgar a nadie por la pinta que tengan en una fotografía? ¿Y qué le he hecho yo a nadie para que digan cosas de mí que no son ciertas y de las que en realidad no tienen ni idea? Pues ya veis, por increíble que parezca estas cosas ocurren.

Y lo último ha sido criticar este blog, que realmente no escribo para nadie sino para mí, así que al que no le guste que no lo lea. No estoy obligando. Sé que en este sentido tengo a mucha gente apoyándome y es lo único que me importa. Pero bueno, seguramente como es tan "aburrido" no lo estaréis leyendo, ¿no es cierto, chicas?

Bueno, de todas formas confío en que todo haya sido un malentendido y que algún día puedan conocerme en persona y puedan entonces criticarme con conocimiento de causa. Y si no les caigo bien, pues nada, no le puedes caer bien a todo el mundo. Sin embargo, ¿quién sabe? A lo mejor se llevan una sorpresa.

Puede que tenga que dejar de ser tan educado y volverme más borde. ¿Dejaría de ser tan aburrido?

viernes, 18 de marzo de 2011

Está llegando...

Así es. Viene a mí furtivamente, sin denotar su presencia. Sin que pueda verlo nadie. Sin miedo. Viene porque me siente, sabe que estoy preparado a pesar de todo. Sabe que lo acogeré con mi alma abierta de par en par. Y volveré a sentirlo, ese vértigo, ese querer morirse en el placer. Sentirlo todo a mi alrededor. Ser conciente de la existencia misma. Caminar por esos senderos que serpentean a través de mi corazón. Vivir en el sueño del sentimiento eterno. No aceptar la fatalidad y organizar mis pensamientos en torno a toda la alegría que, a buen seguro, me impregnará cuando al fin me alcance.

Y no puedo escapar. Sería inútil intentarlo. Porque llevo mucho tiempo teniéndolo muy cerca. Negándome a mirarle a los ojos. No queriendo ponerle ningún rostro cuando lo he visto llegar de lejos. Y cuando esté en ese momento mágico de encontrarnos frente a frente, asumiré mi destino y lo veré escrito con letras de oro y plata en el libro de mi vida. Y seré feliz, mucho más de lo que he podido ser nunca. Mi estado no tendrá descripción y no hay vocabulario en la Tierra que pudiera darle nombre a ese sentimiento.

Tu mirada se une con la mía y siento un escalofrío que recorre mi espalda como si mi cuerpo fuera una batería de energía eléctrica en funcionamiento. Ahí está, tan cercano. Está hecho de la materia de los momentos oníricos. Inevitablemente llegará a albergarse en mi interior y ya entonces seré su feliz prisionero.

Lo veo venir ¿No puedes se más veloz?

Está a punto de alcanzarme...

lunes, 14 de marzo de 2011

He recibido una carta

Bueno, concretamente un correo electrónico. Eso de la carta ya no se estila mucho. Has sido tú quien me la ha mandado. Esa persona a la que creí que le importaba. Me dices que soy un mentiroso y que tengo un problema mental. Todo porque yo no soy como tú. Necesito contar las cosas y, para concederte el beneficio de la duda después de todo, no digo que esté contando la verdad, aunque así lo creo, sino que diré que cuento mi percepción de tus actos. Y tus actos son irrefutables. No puedes decir que no son ciertos. Has decidido no contar nada para que la gente "no piense mal de mí". Que buena chica. Me pregunto si en realidad no será que sientes algo de vergüenza por como has hecho las cosas. Estoy cansado, muy cansado. Y triste. La vida es muy caprichosa con nosotros, los mortales. Se empeña en ponernos las cosas cuanto más difíciles mejor. Y resulta que me gusta estar enfermo y que mi "supuesta enfermedad" (son tus palabras), me está sirviendo como vía de escape para continuar en esta estupendísima posición en la que me encuentro y me encontraba cuando estaba contigo. A todas luces, una situación que a buen seguro todo habitante de este planeta envidiaría si supiese de qué se trata.

¿Qué te ha pasado? ¿He estado ciego y siempre has estado igual y yo no he sabido verlo? ¿Dónde está el cariño? ¿Qué te dicta tu corazón? ¿Cómo puedes reducir tantas horas y minutos que hemos compartido a adquirir un beneficio económico? ¿Qué tendría que haber hecho yo? ¿No era suficiente todo lo que ya hacía y además quererte como jamás, y de esto estoy convencidísimo, te querrá nadie en tu vida? ¿Qué tendrá que pasar para que te percates de lo que está ocurriendo? ¿Tan mala persona he sido contigo? ¿Tan poca atracción has sentido por mí? En definitiva, ¿Realmente me has querido alguna vez? Posiblemente, sí, pero el problema no ha sido lo que tú hayas sentido sino la proporción tan desmedida de esos sentimientos que yo tenía dentro de mi corazón y del cual tú únicamente tenías la llave. Pero no. Como dice la canción "Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana". No puedo entender nada.

Y ahora, justo cuando la calma comienza a acomodarse en mi interior, decides escribirme e intentar desestabilizarme. Y aquí estoy, escribiéndote algo que probablemente no leerás jamas, porque estas cosas que hago yo, hace mucho tiempo que no te interesan. Que pena. En una cosa sí que llevas razón. Tengo que tomar las riendas de mi vida y en ello estoy. Voy a ser feliz, lo sé. Más tarde o más temprano lo conseguiré. ¿Podrás hacer lo mismo?

miércoles, 2 de marzo de 2011

CUMPLEAÑOS ZAYAS 2011 BIENVENIDOS!!

...y acabé durmiendo con una chica...

El día amaneció radiante. Solete por todos lados. El buen rollo se desbordaba por las ventanas de los edificios y era imposible que algo saliera mal. Mi primo me había invitado a la fiesta de cumpleaños más fantástica de todas las que he asistido en mi vida.

Cuando llegué no podía creer lo que había allí montado. Un escenario, una batería, guitarras, un equipo de mezclas, unos bafles increíblemente grandes y un montón de gente dispuesta a pasarlo bien. Y así empezamos. Comiendo y bebiendo como cosacos. Perdí la cuenta de los botellines de cruzcampo que me bebí aquella tarde. Pero me daba igual, me lo estaba pasando en grande. Podía haber sido todavía mejor. Podía haber ligado, pero no. La chica que me gustó se fue con un tío quince años más joven que yo. Pero vamos, seguro que fue porque el chico en cuestión cantaba y tocaba la guitarra de puta madre y no porque pudiera ser hijo mío. Da igual. Una muy buena amiga mía me ha dicho, y no le falta razón, que ahora mismo yo estoy como los futbolistas que se lesionan. Que todavía no estoy para jugar. Veréis cuando salga de mi lesión. Temblad chicas (sic...).

Y canté, vaya si canté. El karaoke echaba humo. Nunca llegué a pensar que me gustase tanto un karaoke. Aunque últimamente me estoy dando cuenta de que hay muchas cosas que me encantan y no lo sabía. Total, que al final acabé dormido en un colchón en el salón de la casa junto a una chica muy mona. Lástima que cinco personas más me acompañasen en ese menester. Aquello parecía una comuna hippie. En cualquier caso, lo único que puedo decir es gracias. Gracias Jose y Antonio. Con gente como vosotros todo el horizonte parece mucho menos oscuro.

jueves, 24 de febrero de 2011

Bruno Mars - Grenade [Official Music Video]

Ari

El día que naciste fue un gran día. Llegaste calmadamente, como esa incipiente primavera que te acompañaba. En aquel momento a todos nos parecía que el aire sabía mejor, pensamos que el sol era más agradable y que los problemas habían dejado de serlo. Días antes, unas lágrimas de miedo habian recorrido mi rostro ante la posibilidad de que tu madre tuviera algún problema para traerte al mundo. Recuerdo a mamá y a papá en aquel pasillo de hospital. Tú eras una cosita pequeñita entre los brazos de la mujer que había obrado el milagro. Mi hermano, pletórico de vida, se enjugaba las lágrimas mirándola sin saber expresar con palabras el amor que albergaba su corazón en ese instante. Recuerdo oír un "te quiero" furtivo entre risas. Recuerdo un llanto infantil ahogado por una caricia. Y recuerdo lo que yo sentía. Me estremecía tan sólo viéndote respirar. Acariciarte me ponía la carne de gallina. Ver cómo te movías era un espectáculo para mis inexpertos ojos. Eras la hija de mi hermano. Mi hermano mayor. Ese al que tanto quería y admiraba. Tu luz iluminó a toda la familia. Ver la cara de mis padres era olvidarse de todo.

Y ahora eres una bella muchachita que recorre mis venas hasta llegar a mi corazón cada vez que te veo tan guapa y te veo vivir tu hermosa vida adolescente. Y me pregunto qué será de ti. Si irás a la universidad, si te gustará ser médico, ingeniera o pintora. Me doy cuenta de que no sé lo que es querer a un hijo, pero yo me pregunto, ¿tan distinto es a esto que siento? A veces me veo reflejado en ti y me siento orgulloso. Me has visto llorar y me has visto reír. Y contemplo tu existencia imaginando hasta que momento se me permitirá seguir haciéndolo. Por eso necesito tu felicidad. Estoy sediento de ella. Quiero verte soñar con un mundo mejor. Quiero verte enamorada locamente y quiero que la sonrisa en tu cara sea perpetua.

Sé que todavía falta un poco, pero feliz cumpleaños, cariño...

domingo, 20 de febrero de 2011

"La mejor parte de todo primer beso, es lo que conduce hasta él..."

Claro, y yo voy y me lo creo. Ha sucedido. He intentado con todas mis fuerzas que no fuera así, pero el destino me ha alcanzado inexorablemente como un escupitajo que tiras por el balcón y choca contra el asfalto. Así es mis queridos lectores, me he convertido en un moñas (o nenaza, o carajote o como queráis llamarlo...). Sí claro, el Antonio es muy sentimental, que si tiene una sensibilidad especial, que si es muy buen chico, tiene una forma tan.... bonita de ver las cosas. ¡Y una mierda! Esto es una maldición. No es normal. Parezco tonto, joder. Los nervios a flor de piel... ¡no quiero tener los nervios a flor de piel! Yo quiero ser un tío que sólo se emocione con los goles de su equipo y con el culo de la vecina de mi hermano que está como un tren. Pero no, para mí todo tiene que ser difícil. Así que sólo han podido pasar tres cosas: o me ha mordido un cupido radiactivo, o estoy poseído por el espíritu de Corin Tellado o, definitivamente (oh, my god...), soy un moñas.

Así es, querido público, tan simple y a la vez tan complicado. Y no me vale eso de "a las chicas les gustan los hombres con sentimientos". ¡Mentira! Eso no sirve para nada (un inciso: si, efectivamente, hay alguna chica a la que le guste eso, por favor, que deje su número de teléfono en los comentarios o me mande un email. Graciaaaas). Y os preguntaréis cómo he llegado a tan frustrante conclusión. Pues bien, os lo voy a contar. Por increíble que parezca me he emocionado viendo un capítulo de "Cómo conocí a vuestra madre". Así de triste. Así de cruel. Fríamente y sin avisar he caído en las interminables garras del sentimentalismo. Aquí os dejo un enlace al episodio causante de semejante catástrofe:

Un redoble, por favor...

Vedlo y decidme si no es preocupante.

viernes, 18 de febrero de 2011

El optimismo por bandera...

La situación es esta: no tengo un duro, tengo unas ganas de cachondeo increíble, mi vida sexual es más triste que la del Padre Apeles (seguro, porque ahora mismo no la tengo), me estoy divorciando, mi exmujer no para de putearme, me han cortado el móvil y no puedo pagarlo (cortesía de mi ex...) y mi equipo perdió ayer y a la mierda la competición europea. Y digo yo, ¿qué más da? ¿Habéis paseado por la calle hoy? Está llena de vida. Compartes el aire y los rayos de sol con miles de personas. Caminas sorteando bicicletas y sintiendo el viento sobre tu rostro como si fuera la panacea de la felicidad. Merece la pena existir. Aunque todo parezca ir mal. Porque no es así en realidad. Lo más importante de todo es que estoy vivo. Ya estoy harto de estar triste. Puede que dentro de una hora piense de forma diferente, pero ahora mismo me congratulo de no hacerlo. Estoy conociendo a mogollón de gente que me están ayudando sin saberlo. A todos ellos, gracias. Gracias por ser seres humanos, por decirme tranquilo sé feliz, por reíros conmigo, por escucharme, por intentar comprenderme, por comenzar el camino que espero que lleve a una amistad duradera.

Y gracias a todos los que llevais ahí tanto tiempo como yo. Gracias a mis hermanos, por demostrar que siempre serán mis mejores amigos. A mis hermanas (ellas saben quiénens son...), por ser mis cotillas preferidas, por mostrarme el mundo desde su punto de vista. Gracias a mi madre y a mi padre, por enseñarme por qué en algún momento de mi vida merecerá la pena tener un hijo. A mis sobrinitas, por darme de sobra todo el cariño que me venía haciendo falta sin pedirme nada a cambio. A mis vecinos, por apoyarme cuando más lo necesitaba. A mi ciberamiga de alma (sabes perfectamente que eres tú, aunque no mencione tu nombre), por haber creado junto a mí una relación única en el mundo y que sólo tú y yo comprendemos. A Ángela, por ser mi preciosa eterna compañera de trabajo. A Gregorio, por haberme dado una ilusión que realizar (tu video). A mi amigo Jesús, simplemente porque siempre estará conmigo cuando lo necesite. Gracias a todas esas personas que he conocido recientemente y que, gracias a internet, se han convertido en una agradable sucesión de código binario traducido en palabras y fotografías que me han acompañado en unos momentos muy amargos. Y gracias a todas esas personas de mi pasado que me han construído como persona. Que me han hecho ser como soy. Y por último, gracias a Maroon 5, por haberle puesto una preciosa banda sonora a todos estos días de angustia y pesar. A todos os doy las gracias de corazón.

A seguir viviendo...

miércoles, 16 de febrero de 2011

La realidad supera a la ficción

Yo una vez era joven. Bueno, más joven. Tan joven que pensaba que nunca dejaría de serlo tanto. Cuando tenía unos veinticuatro años tenía una novia. Una de las que tuve. Era una chica agradable, con unas piernas largas y torneadas. Y tenía la inmensa suerte de tener novia con casa propia. Eso significaba que era más afortunado que los que sólo tenían novia. Vivía en el Tardón, en Triana, pero no era de aquí. Era del País Vasco. Sus padres eran de un pequeño pueblecito de Sevilla y ella, en un afán de conseguir libertad, les dijo que se iba a estudiar allí. Sabía que sus progenitores no se negarían a que su niña se fuera de casa si se iba a su Sevilla de su alma. Así que se vino. Yo la conocí en un bar que había en la calle Adriano y, al parecer, llegamos a enamorarnos. Como digo, tenía un piso. Cuando la conocí vivía en otro sitio, pero los padres se jubilaron y se vinieron de San Sebastián a su pueblo y compraron el piso del Tardón. Y allí vivía mi novia. Yo pasaba mucho tiempo en su casa y muchas noches, asqueado ante la idea de tener que coger dos autobuses para llegar a Pino Montano, me quedaba a dormir allí. Dormíamos juntos en una cama de matrimonio.


Un viernes me quedé como tantos otros y pasé la noche. A la mañana siguiente, una preciosa y soleada mañana de sábado, mi novia se levantó antes que yo. La sentí ir hasta el servicio y cuando volvía a la habitación sonó el timbre del portero electrónico. En principio, no le di demasiada importancia. Podría ser el cartero. Pero luego pensé, ¿el cartero? ¿en sábado? Imposible. Empecé a ponerme un poco nervioso, no demasiado porque estaba un poco dormido todavía, pero una ligera inquietud comenzó a albergarse en mi interior. Luego, como un amargo epitafio tallado sobre la superficie de la lápida de mi tumba, unas palabras pronunciadas por mi novia pusieron a mi sistema nervioso en situación de alerta:

"Sí, mamá, er... vale, mamá"

¿Mamá? ¿Cómo que mamá? ¿Te refieres a esa simpática señora que te hizo llegar al mundo? ¿Esa que va acompañada siempre de un guardaespaldas con unas manos más grandes que mi cabeza y que dice que es tu padre? ¡Dios santo!

Sentí a mi novia precipitarse sobre la puerta del dormitorio. Tenía la cara blanca como el folio de un escritor frustrado y sin ideas.

"¡Antonio, mis padres!"

¡No puede ser! ¡Soy muy joven para morir! Se apoderó de mí una aterradora sensación de angustia. Joder, ¿y ahora qué hago? Miré a mi novia y ella me miró a mí, pero tras unos segundos de incertidumbre, nos dimos cuenta que observarnos el uno al otro sería de poca utilidad.

"¡Rápido. Métete en el armario!"

Y tras decir esto mi chica volvió a salir de la habitación y cerró la puerta tras de sí.

Yo me quedé paralizado durante unos segundos. De pie, en calzoncillos, con un calcetín puesto y otro no y toda mi ropa hecha un gurruño entre mis brazos. Miré el armario y luego me eché un buen vistazo. Es imposible que estas patas quepan ahí dentro, pensé, no cabré. Sin pensarlo dos veces, abrí la puerta y me lanzé de lleno a ese oscuro abismo que podía ser mi salvación. Y resulta que sí que cabía. Me senté pegándome al fondo todo lo que pude y observé lo que había a mi alrededor. Pero sólo había ropa. Mientras estaba allí sentado pensé: joder, no me puede estar pasando esto. Estas cosas sólo ocurren en las películas. Sin embargo, mis pensamientos fueron interrumpidos por la puerta del dormitorio otra vez. Sentí unos pasos que me eran desconocidos y de pronto, la puerta del armario se abrió y alguien metió un bolso dentro. Y lo más increíble, ¡no me vio!

Unos minutos más tarde la puerta volvió a abrirse y una suave mano de mujer tiró de mi brazo y me arrastró hacia fuera.

"Antonio, he convencido a mi madre para que baje a ayudar a mi padre. Sal rápido. Coje tu ropa, sube a la planta de arriba, te vistes y cuando mis padres hayan entrado te vas"

Y así fue como acabe desnudo en las escaleras. Me vestí y con unos pelos de loco me fui a mi casa. Lo pasé fatal. Creo que la madre de esta chica lo sospechó todo desde el principio y por eso se fue y yo olvidé un calcetín dentro de la casa. Y es que la realidad supera a la ficción...

lunes, 14 de febrero de 2011

Una carta a mi amigo Fran.

Al final no todo salió tan bien como yo pensaba, amigo. Sí, quedé con una chica, pero, aunque a mí me pareció fantástico, a ella al parecer no tanto. Ha sido bastante explícita y brusca diría yo para comunicármelo. Pero eso da lo mismo. Lo que me hizo tan feliz ayer, fue el hecho de tener una cita. No importa si no salió bien y si no le he gustado. Tampoco tenía muchas esperanzas. Hablando con ella por internet ya me había dado cuenta de que sería difícil que conectáramos y cuando por fin nos vimos, la situación confirmó mis sospechas. Pero ya te digo, amigo, que eso no importa lo más mínimo. Lo importante es que escribiendo mis pensamientos y lo que siento en este blog, he conseguido emocionarte y hacerte sentir bien. Y créeme colega, te aseguro que en estos momentos no hay nada que me pueda hacer más feliz (bueno, miento, quizás otra cita, pero estoy divagando...). Últimamente he pensado mucho en lo bueno que hubiera sido para mi vida el haberos conocido antes. Tengo muchos amigos, pero con pocos me he sentido tan arropado y querido como con vosotros. No hago más que hablar bien de ti, de tu mujer y de todos los demás. Y te das cuenta de que es aquí, en el corazón de una amistad forjada con buenos sentimientos, donde reside uno de los motivos por los que merece la pena seguir confiando en la vida.

Y ahora me dices que te has emocionado porque has escuchado el corazón de tu hijo en el vientre de tu preciosa mujer y te sientes cursi. ¿Cursi, tío? ¡Has creado una vida, Fran! Tú y Mercedes habéis hecho lo más bonito que dos seres humanos pueden hacer en sus vidas. Dentro de poco veremos a una nueva personita pequeña y guapísima pisando este cruel mundo y haciendo que después de todo no lo sea tanto. Y lo verás crecer y llorarás y reirás con él y le explicarás como funciona este planeta y saldrá contigo de nazareno o lo llevarás al fútbol. Joder, tío, ¿no te parece ese suficiente motivo para emocionarse? ¿Cursi? Pues entonces apúntame a mí en las páginas de ese libro, porque te aseguro que en estos momentos una lágrima recorre mi mejilla muy despacio. Y esto no es una metáfora literaria, es totalmente cierto. Y cuando ocurra el milagro, te aseguro que intentaré estar contigo y acompañarte en esa tremenda felicidad que vas a sentir. Y a la mierda la crisis, los divorcios, el Betis y el Sevilla y las citas que no salen bien. Ese día te sentirás el hombre más grande de la Tierra y yo te diré: "Fran es que eres el más grande..."

Una última cosa, compañero, has recibido esto por mail porque te tengo en mi lista de personas a las que el blog avisa de cuando escribo algo nuevo. Te lo digo porque me haría ilusión que me hicieras tus comentarios aquí en el blog. Probablemente te habrá salido un enlace debajo de este texto.

Bueno, amigo, me alegro de haberte alegrado el día. Vuestra amistad alegra mi vida...

Pensaba que no, pero hay domingos perfectos...

No sé si alguno de vosotros veis el hormiguero, el programa de Pablo Motos. Supongo que no seré el único. Hace un par de meses, la hija de Eduardo Punset (gran genio), que no recuerdo cómo se llama, que tiene una sección en el programa explicando cómo funciona el cerebro, dijo que si antes de echarnos a dormir intentábamos pensar en diez cosas buenas que nos hubieran sucedido durante el día, la parte del cerebro que digamos siempre piensa mal y en cosas malas, acababa atrofiándose. Es algo físico. No es una paranoia de secta religiosa. Eso no significa que nuestros problemas fueran a solucionarse, evidentemente, pero que sí conseguiríamos ser más felices, controlarlo de alguna manera. Pues bien, anoche, como todas las noches al acostarme me sentía mal. Actualmente para mí es el peor momento del día, ese y cuando me despierto. No sé por qué, pero es en esos momentos cuando mi cabeza decide recordarme que mi vida es una puta mierda. Así que ayer pensé ¿y si contraataco? Recordé el hormiguero y me acordé de que Pablo Motos dijo hace unas semanas que él mismo había probado hacer lo que la hija de Punset había dicho y que era verdad, que daba resultado. También dijo que no hacía falta pensar en diez cosas buenas que hubieran sucedido durante el día, que él lo había hecho con sólo cinco y lo consiguió. Así que me dije ¿por qué no? Me puse a pensar y tras mucho esfuerzo conseguí reunir en mi mente las cinco cosas buenas que me habían pasado ese día. Tengo que decir que, realmente, algunas estaban cogidas con alfileres, sin embargo, lo logré. Todo esto fue la noche del sábado.


Y llegó el domingo. Como todos los días, me desperté y mi cerebro empezó a hacer de las suyas recordándome cual era la situación en la que me encontraba. Sin concesiones ni miramientos. Después de compadecerme a mí mismo durante unos cuantos puñados de minutos decidí levantarme. Cogí mi ipad, puse el calentador en el salón y después de prepararme el desayuno me senté plácidamente. Me conecté a internet, me leí un cómic, vi un episodio de Caprica y luego me puse a jugar al juego Angry Birds. Fue en ese momento cuando se gestó la génesis de lo que sería la primera cosa buena que me sucedería hoy y que será la primera de la lista de esta noche. Sé que pensaréis que es una gilipollez, pero llevaba varios días sin conseguir pasar de la primera fase y me puse y en algo más de una hora me había terminado el juego. Pero el día continuaba. Mi ánimo a pesar de todo iba bajando enteros a cada minuto. Nunca pensé que los fines de semana se me podrían hacer tan largos. Me vine al ordenador y continué intentando ocupar mi mente todo lo que pudiera. Y ahí estaba yo, buscando que unos píxeles coloreados pudieran hacerme no pensar en lo que no debía. Y llegó mi madre y puso la segunda semillita para que mi domingo se convirtiera en una situación que rayara la perfección. Sus palabras fueron:

"Oye, Antonio, ¿el viernes no te llamó Manolo? ¿Lo has llamado?"

Comprendí que llevaba razón. No lo había llamado. Manolo es mi vecino de cuando estaba viviendo con mi ex. Él, su mujer Alicia y luego Fran, Juan, Raquel y Mercedes son el grupo de personas más fantástico que he conocido en estos dos últimos años. Si le añadimos a mi también vecino Raed, es imposible que ningún período de tiempo vivido junto a ellos no sea lo más agradable que a nadie le pueda pasar. Pero estoy divagando, el caso es que llamé a Manolo. Me llamó el viernes para saber como estaba y hoy me notó que estaba un poco depre. Así que me dijo que me fuera a su casa, que habían estado almorzando y que se iban a poner a jugar al póker. Y todo eso sólo podía significar, risas a mogollón, cubatas por un tubo y, en definitiva, pasar una buena tarde con los mejores amigos que se pueden tener. Sin embargo, me resistí. Tendría que ir al bloque de pisos donde había estado mi casa durante dos años y medio y cabía la posibilidad de que pudiera encontrarme con mi ex y, sinceramente, en estos momentos prefiero que se me salgan los hemorroides a mala leche, antes que verla. Así que dije que no. Afortunadamente, me arrepentí y los volví a llamar. Vinieron a recogerme y allí estuve, sentado, pasándolo de puta madre, riéndome como hacía tiempo que no hacía, bebiendo cubatas y jugando al póker. En esos momentos pensaba que nada podía ir mejor. Me equivocaba.

Cuando llevaba allí dos o tres horas más o menos, recibo una llamada telefónica. Me llamaba una chica. La había conocido por internet y yo había intentado invitarla a un café, pero no pudo. Yo ya lo había dado por perdido. Pensaba que no le interesaba y no quería darle la lata. Pero no. Me cuenta que quiere quedar conmigo y quedamos en el Carrefour Macarena media hora después. Y aquí te quiero ver al Antonio, con casi cinco cubatas en lo alto, que se despide de sus amigos rápidamente y sale a la calle. Puede que alguien piense que estoy loco. Que todavía es muy pronto o algo así, pero necesito sentirme querido por alguien que no sea de mi entorno, o por lo menos apreciado y esta chica me había caído muy bien cuando la conocí. Sin embargo, surgió un contratiempo. Llovía. Como si hiciera mil años que no lo hacía. A mí me daba igual. Tenía una papa increíble y ni siquiera sentía el agua de la lluvia. Me puse a caminar sin prisa pero sin pausa. Cuando llego al lugar de reunión caía tanta agua que pensé que en cualquier momento vería aparecer por el fondo de la calle el arca de Noé o algo parecido. Y claro, pensé "Tiene que venir en moto. No va a venir". Y efectivamente, no vino. Cogí mi móvil y vi dos llamadas perdidas, perdidas porque el ruido de la lluvia y el leve cosquilleo que sentía en mis neuronas no me habían permitido escucharlas. Era ella. La llamé y, evidentemente, corroboró lo que ya me imaginaba, que se iba a quedar en casita. Era comprensible. Pero me puse a hablar con ella. Y cuando me di cuenta llevaba cuarenta minutos. Total que le dije que me daba igual la lluvia, que cogía un bus y me iba a recogerla. Y eso hice.

Y llegado a este punto ya no sé qué pensar. Que me ha encantado conocerla en persona, por supuesto. Que es una preciosidad, también. Pero, realmente, no tengo muy claro lo que habrá pensado ella o que impresión se habrá llevado. Y es que, joder, estoy superdesentrenado. Había veces que no sabía ni qué hacer ni qué decir. Si a eso le añadimos que siempre he sido extremadamente torpe para esto, pues apaga y vamonos. Nos fuimos a tomar algo y nada más sentarnos en el bar, me coge las manos y me dice que le sorprende lo suaves que son y digo yo, ¿que le sorprende? ¿Y las suyas? Dos extremidades aterciopeladas como la piel de un melocotón perfecto y las mías le parecen suaves. Mola. Y el tiempo pasa. Y ella sonríe y sonríe y le aparecen esos oyitos tan simpáticos en la cara y no sé, me siento bien. Pero llegó el momento de irse y la acompaño hasta la puerta de su casa. Cuando me va a decir adiós me abraza y me da tres besos y a mí se me abre un abismo bajo mis pies y me quedo petrificado como un gilipollas. Y eso no es lo peor, lo peor (¿lo peor? lo mejor, joder..) es que luego repite la operación y ese abismo del que hablo se hace más profundo. Y yo me quedo mirándola, con ganas de no se qué cosa y sí, como si fuera una estatua de mármol. Y ella se da cuenta y creo que no le ha gustado nada, no sé. Me quedé cortado como si tuviera quince años. Nos despedimos con un "seguiremos en contacto" que espero que sea verdad.

A pesar de todo esto, el día ha sido perfecto. Me ha dado que pensar. Lo estoy pasando mal, es cierto, pero tengo que intentar mirar la parte buena de mi vida, porque sí, existe. Espero que esto me lleve a la senda del positivismo. Seguiremos informando...

jueves, 3 de febrero de 2011

Tres semanas después...

La vida sigue igual. Yo pensaba que no, que era imposible. Y ciertamente, aunque mi percepción de cada situación sea completamente diferente a la de antes, para ese ente que posee el reloj de nuestro destino todo sigue de la misma forma. Y es una mierda. A mí me gustaría poder tener la habilidad de hacer que mis sentimientos respecto a todo lo que me pasa fueran distintos. Pero no. Tengo que sufrir cuando no quiero sufrir. Es la vida.

Hace casi tres semanas que estoy solo. Todo este tiempo ha servido para cerciorar algo que tenía prácticamente claro. Voy seguir solo por un tiempo. La persona que yo creía que era el amor de mi vida no se está comportando como tal. Me duele todo lo que está haciendo, lo reconozco. Sin embargo, no la echo de menos. Ella está haciendo todo lo posible para que esto sea así, pero doler, duele mucho. De pronto siento que no conozco a quien ha tenido mi corazón encandilado durante tanto tiempo. No hace más que echar agua fría sobre él para que todo se enfríe. Y me da mucha pena.

A pesar de todo, sigo adelante. Me siento mejor, mucho más tranquilo que antes. Creo que dentro de poco podré centrarme lo suficiente para empezar a hacer cosas. Falta me hace. Mi familia es todo el apoyo que necesito, ella y mis amigos, mis buenos amigos. En fin, todo tiene que ir a mejor a partir de ahora. Sería difícil que fuera a peor...

miércoles, 19 de enero de 2011

Empezar otra vez

Si hay alguien que se lea estas inquietudes que de vez en cuando escribo por aquí puede pensar que debo de ser un tipo deprimente. Es posible, pero acabo de recibir el mazazo más duro de cuantos el destino me ha puesto por delante. Estoy jodido, muy jodido, pero no me queda otra que seguir viviendo. Me siento bastante perdido y no sé qué hacer con mi vida en estos momentos. Es como si de pronto te obligaran a comer o a escribir con la mano izquierda siendo diestro. Sientes que algo no encaja. Y te preguntas: ¿pero por qué tengo que pasar por esto? ¿Acaso soy mala persona y es un castigo o algo parecido? Y luego te das cuenta de que en la mayoría de los casos la gente no es ni buena ni mala, simplemente no todo el mundo piensa como tú.

Lo peor de todo es que la persona por la que me siento así ni siquiera va a conocer estos pensamientos como tú, por ejemplo, si me estás leyendo, porque a esa persona nunca le ha interesado lo que pudiera escribir en este blog. Ni siquiera sabe que sigo haciéndolo. Particularmente es algo que no entiendo. Si nuestros puestos estuviesen cambiados a mí me encantaría saber lo que pasa por su mente en un momento como este. Sin embargo, ni siquiera ha valorado lo que considero la culminación de un logro personal muy importante para mí, como ha sido escribir un libro. Para esta persona ha sido como si su hijo pequeño le hubiese enseñado un dibujo nuevo que ha terminado: "muy bien, que bien dibuja mi niño..." y a los dos segundos ni se acuerda de si el sol del dibujo del crío lo ha coloreado de amarillo o de color naranja. Al parecer todo ha ocurrido por un problema de actitud. Concretamente la mía. Posiblemente sea verdad. No ha sido la adecuada. Eso ha quedado manifiestamente claro. Lamentablemente, no tengo la capacidad necesaria para hacer las cosas de otra manera. Y ese precisamente ha sido el quid de la cuestión. Yo por otra parte pienso que ha habido un problema de adaptabilidad tremendo, aunque al menos en este caso no creo que haya sido por mi parte.

Y así estamos, de la noche a la mañana la persona más importante de tu vida se tiene que convertir en una completa desconocida para ti. Eso es imposible. Hay muchos sentimientos. Han sido muchos años. Y todo esto se convierte en una situación de lo más desagradable. Porque, evidentemente, nuestras dos versiones de lo ocurrido son diferentes. Por completo. Y es curioso, porque estamos hablando exactamente de la misma vida. Cada segundo transcurrido durante todo este tiempo ha sido vivido por los dos en el mismo instante. Pero cuando miras las vicisitudes de la vida bajo prismas diferentes los colores difieren y puede que la realidad también. Aquí no hay culpables, aunque la gente de mi entorno piense que sí y la de esa persona piense que también, aunque cambiado al acusado. Se avecinan tiempos duros y turbulentos. Por mi parte no me apetece nada vivirlos. Entraría en hibernación hasta que todo hubiera pasado (si es que alguna vez llega a pasar del todo). Ahora sí, necesito hacer un salto adelante en el tiempo. Por una vez quiero que mi vida ponga una marcha más de velocidad hasta que esa angustia que a veces siento en mi garganta haya pasado.

A ver qué pasa...