lunes, 14 de febrero de 2011

Pensaba que no, pero hay domingos perfectos...

No sé si alguno de vosotros veis el hormiguero, el programa de Pablo Motos. Supongo que no seré el único. Hace un par de meses, la hija de Eduardo Punset (gran genio), que no recuerdo cómo se llama, que tiene una sección en el programa explicando cómo funciona el cerebro, dijo que si antes de echarnos a dormir intentábamos pensar en diez cosas buenas que nos hubieran sucedido durante el día, la parte del cerebro que digamos siempre piensa mal y en cosas malas, acababa atrofiándose. Es algo físico. No es una paranoia de secta religiosa. Eso no significa que nuestros problemas fueran a solucionarse, evidentemente, pero que sí conseguiríamos ser más felices, controlarlo de alguna manera. Pues bien, anoche, como todas las noches al acostarme me sentía mal. Actualmente para mí es el peor momento del día, ese y cuando me despierto. No sé por qué, pero es en esos momentos cuando mi cabeza decide recordarme que mi vida es una puta mierda. Así que ayer pensé ¿y si contraataco? Recordé el hormiguero y me acordé de que Pablo Motos dijo hace unas semanas que él mismo había probado hacer lo que la hija de Punset había dicho y que era verdad, que daba resultado. También dijo que no hacía falta pensar en diez cosas buenas que hubieran sucedido durante el día, que él lo había hecho con sólo cinco y lo consiguió. Así que me dije ¿por qué no? Me puse a pensar y tras mucho esfuerzo conseguí reunir en mi mente las cinco cosas buenas que me habían pasado ese día. Tengo que decir que, realmente, algunas estaban cogidas con alfileres, sin embargo, lo logré. Todo esto fue la noche del sábado.


Y llegó el domingo. Como todos los días, me desperté y mi cerebro empezó a hacer de las suyas recordándome cual era la situación en la que me encontraba. Sin concesiones ni miramientos. Después de compadecerme a mí mismo durante unos cuantos puñados de minutos decidí levantarme. Cogí mi ipad, puse el calentador en el salón y después de prepararme el desayuno me senté plácidamente. Me conecté a internet, me leí un cómic, vi un episodio de Caprica y luego me puse a jugar al juego Angry Birds. Fue en ese momento cuando se gestó la génesis de lo que sería la primera cosa buena que me sucedería hoy y que será la primera de la lista de esta noche. Sé que pensaréis que es una gilipollez, pero llevaba varios días sin conseguir pasar de la primera fase y me puse y en algo más de una hora me había terminado el juego. Pero el día continuaba. Mi ánimo a pesar de todo iba bajando enteros a cada minuto. Nunca pensé que los fines de semana se me podrían hacer tan largos. Me vine al ordenador y continué intentando ocupar mi mente todo lo que pudiera. Y ahí estaba yo, buscando que unos píxeles coloreados pudieran hacerme no pensar en lo que no debía. Y llegó mi madre y puso la segunda semillita para que mi domingo se convirtiera en una situación que rayara la perfección. Sus palabras fueron:

"Oye, Antonio, ¿el viernes no te llamó Manolo? ¿Lo has llamado?"

Comprendí que llevaba razón. No lo había llamado. Manolo es mi vecino de cuando estaba viviendo con mi ex. Él, su mujer Alicia y luego Fran, Juan, Raquel y Mercedes son el grupo de personas más fantástico que he conocido en estos dos últimos años. Si le añadimos a mi también vecino Raed, es imposible que ningún período de tiempo vivido junto a ellos no sea lo más agradable que a nadie le pueda pasar. Pero estoy divagando, el caso es que llamé a Manolo. Me llamó el viernes para saber como estaba y hoy me notó que estaba un poco depre. Así que me dijo que me fuera a su casa, que habían estado almorzando y que se iban a poner a jugar al póker. Y todo eso sólo podía significar, risas a mogollón, cubatas por un tubo y, en definitiva, pasar una buena tarde con los mejores amigos que se pueden tener. Sin embargo, me resistí. Tendría que ir al bloque de pisos donde había estado mi casa durante dos años y medio y cabía la posibilidad de que pudiera encontrarme con mi ex y, sinceramente, en estos momentos prefiero que se me salgan los hemorroides a mala leche, antes que verla. Así que dije que no. Afortunadamente, me arrepentí y los volví a llamar. Vinieron a recogerme y allí estuve, sentado, pasándolo de puta madre, riéndome como hacía tiempo que no hacía, bebiendo cubatas y jugando al póker. En esos momentos pensaba que nada podía ir mejor. Me equivocaba.

Cuando llevaba allí dos o tres horas más o menos, recibo una llamada telefónica. Me llamaba una chica. La había conocido por internet y yo había intentado invitarla a un café, pero no pudo. Yo ya lo había dado por perdido. Pensaba que no le interesaba y no quería darle la lata. Pero no. Me cuenta que quiere quedar conmigo y quedamos en el Carrefour Macarena media hora después. Y aquí te quiero ver al Antonio, con casi cinco cubatas en lo alto, que se despide de sus amigos rápidamente y sale a la calle. Puede que alguien piense que estoy loco. Que todavía es muy pronto o algo así, pero necesito sentirme querido por alguien que no sea de mi entorno, o por lo menos apreciado y esta chica me había caído muy bien cuando la conocí. Sin embargo, surgió un contratiempo. Llovía. Como si hiciera mil años que no lo hacía. A mí me daba igual. Tenía una papa increíble y ni siquiera sentía el agua de la lluvia. Me puse a caminar sin prisa pero sin pausa. Cuando llego al lugar de reunión caía tanta agua que pensé que en cualquier momento vería aparecer por el fondo de la calle el arca de Noé o algo parecido. Y claro, pensé "Tiene que venir en moto. No va a venir". Y efectivamente, no vino. Cogí mi móvil y vi dos llamadas perdidas, perdidas porque el ruido de la lluvia y el leve cosquilleo que sentía en mis neuronas no me habían permitido escucharlas. Era ella. La llamé y, evidentemente, corroboró lo que ya me imaginaba, que se iba a quedar en casita. Era comprensible. Pero me puse a hablar con ella. Y cuando me di cuenta llevaba cuarenta minutos. Total que le dije que me daba igual la lluvia, que cogía un bus y me iba a recogerla. Y eso hice.

Y llegado a este punto ya no sé qué pensar. Que me ha encantado conocerla en persona, por supuesto. Que es una preciosidad, también. Pero, realmente, no tengo muy claro lo que habrá pensado ella o que impresión se habrá llevado. Y es que, joder, estoy superdesentrenado. Había veces que no sabía ni qué hacer ni qué decir. Si a eso le añadimos que siempre he sido extremadamente torpe para esto, pues apaga y vamonos. Nos fuimos a tomar algo y nada más sentarnos en el bar, me coge las manos y me dice que le sorprende lo suaves que son y digo yo, ¿que le sorprende? ¿Y las suyas? Dos extremidades aterciopeladas como la piel de un melocotón perfecto y las mías le parecen suaves. Mola. Y el tiempo pasa. Y ella sonríe y sonríe y le aparecen esos oyitos tan simpáticos en la cara y no sé, me siento bien. Pero llegó el momento de irse y la acompaño hasta la puerta de su casa. Cuando me va a decir adiós me abraza y me da tres besos y a mí se me abre un abismo bajo mis pies y me quedo petrificado como un gilipollas. Y eso no es lo peor, lo peor (¿lo peor? lo mejor, joder..) es que luego repite la operación y ese abismo del que hablo se hace más profundo. Y yo me quedo mirándola, con ganas de no se qué cosa y sí, como si fuera una estatua de mármol. Y ella se da cuenta y creo que no le ha gustado nada, no sé. Me quedé cortado como si tuviera quince años. Nos despedimos con un "seguiremos en contacto" que espero que sea verdad.

A pesar de todo esto, el día ha sido perfecto. Me ha dado que pensar. Lo estoy pasando mal, es cierto, pero tengo que intentar mirar la parte buena de mi vida, porque sí, existe. Espero que esto me lleve a la senda del positivismo. Seguiremos informando...

2 comentarios:

  1. ME HA GUSTADO MUCHO,PIENSO Q YA LO Q TE VENGA SERA POR EL ESTILO MAS COSAS MALAS NO CABEN ,DEJATE LLEVAR Y DISFRUTA .NO OLVIDES HACER ESO CADA NOCHE, NO SE COMO SALDRA EL DIA SIGUIENTE PERO SOÑARAS COSAS MAS BONITAS ,YO TAMBIEN LO VOY APROVAR BESITOS .

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  2. Eso, sigue informando, que lo haces genial. Consigues transmitir con tus palabras sensaciones increíbles, ya lo sabes. Besos.

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