jueves, 24 de febrero de 2011

Bruno Mars - Grenade [Official Music Video]

Ari

El día que naciste fue un gran día. Llegaste calmadamente, como esa incipiente primavera que te acompañaba. En aquel momento a todos nos parecía que el aire sabía mejor, pensamos que el sol era más agradable y que los problemas habían dejado de serlo. Días antes, unas lágrimas de miedo habian recorrido mi rostro ante la posibilidad de que tu madre tuviera algún problema para traerte al mundo. Recuerdo a mamá y a papá en aquel pasillo de hospital. Tú eras una cosita pequeñita entre los brazos de la mujer que había obrado el milagro. Mi hermano, pletórico de vida, se enjugaba las lágrimas mirándola sin saber expresar con palabras el amor que albergaba su corazón en ese instante. Recuerdo oír un "te quiero" furtivo entre risas. Recuerdo un llanto infantil ahogado por una caricia. Y recuerdo lo que yo sentía. Me estremecía tan sólo viéndote respirar. Acariciarte me ponía la carne de gallina. Ver cómo te movías era un espectáculo para mis inexpertos ojos. Eras la hija de mi hermano. Mi hermano mayor. Ese al que tanto quería y admiraba. Tu luz iluminó a toda la familia. Ver la cara de mis padres era olvidarse de todo.

Y ahora eres una bella muchachita que recorre mis venas hasta llegar a mi corazón cada vez que te veo tan guapa y te veo vivir tu hermosa vida adolescente. Y me pregunto qué será de ti. Si irás a la universidad, si te gustará ser médico, ingeniera o pintora. Me doy cuenta de que no sé lo que es querer a un hijo, pero yo me pregunto, ¿tan distinto es a esto que siento? A veces me veo reflejado en ti y me siento orgulloso. Me has visto llorar y me has visto reír. Y contemplo tu existencia imaginando hasta que momento se me permitirá seguir haciéndolo. Por eso necesito tu felicidad. Estoy sediento de ella. Quiero verte soñar con un mundo mejor. Quiero verte enamorada locamente y quiero que la sonrisa en tu cara sea perpetua.

Sé que todavía falta un poco, pero feliz cumpleaños, cariño...

domingo, 20 de febrero de 2011

"La mejor parte de todo primer beso, es lo que conduce hasta él..."

Claro, y yo voy y me lo creo. Ha sucedido. He intentado con todas mis fuerzas que no fuera así, pero el destino me ha alcanzado inexorablemente como un escupitajo que tiras por el balcón y choca contra el asfalto. Así es mis queridos lectores, me he convertido en un moñas (o nenaza, o carajote o como queráis llamarlo...). Sí claro, el Antonio es muy sentimental, que si tiene una sensibilidad especial, que si es muy buen chico, tiene una forma tan.... bonita de ver las cosas. ¡Y una mierda! Esto es una maldición. No es normal. Parezco tonto, joder. Los nervios a flor de piel... ¡no quiero tener los nervios a flor de piel! Yo quiero ser un tío que sólo se emocione con los goles de su equipo y con el culo de la vecina de mi hermano que está como un tren. Pero no, para mí todo tiene que ser difícil. Así que sólo han podido pasar tres cosas: o me ha mordido un cupido radiactivo, o estoy poseído por el espíritu de Corin Tellado o, definitivamente (oh, my god...), soy un moñas.

Así es, querido público, tan simple y a la vez tan complicado. Y no me vale eso de "a las chicas les gustan los hombres con sentimientos". ¡Mentira! Eso no sirve para nada (un inciso: si, efectivamente, hay alguna chica a la que le guste eso, por favor, que deje su número de teléfono en los comentarios o me mande un email. Graciaaaas). Y os preguntaréis cómo he llegado a tan frustrante conclusión. Pues bien, os lo voy a contar. Por increíble que parezca me he emocionado viendo un capítulo de "Cómo conocí a vuestra madre". Así de triste. Así de cruel. Fríamente y sin avisar he caído en las interminables garras del sentimentalismo. Aquí os dejo un enlace al episodio causante de semejante catástrofe:

Un redoble, por favor...

Vedlo y decidme si no es preocupante.

viernes, 18 de febrero de 2011

El optimismo por bandera...

La situación es esta: no tengo un duro, tengo unas ganas de cachondeo increíble, mi vida sexual es más triste que la del Padre Apeles (seguro, porque ahora mismo no la tengo), me estoy divorciando, mi exmujer no para de putearme, me han cortado el móvil y no puedo pagarlo (cortesía de mi ex...) y mi equipo perdió ayer y a la mierda la competición europea. Y digo yo, ¿qué más da? ¿Habéis paseado por la calle hoy? Está llena de vida. Compartes el aire y los rayos de sol con miles de personas. Caminas sorteando bicicletas y sintiendo el viento sobre tu rostro como si fuera la panacea de la felicidad. Merece la pena existir. Aunque todo parezca ir mal. Porque no es así en realidad. Lo más importante de todo es que estoy vivo. Ya estoy harto de estar triste. Puede que dentro de una hora piense de forma diferente, pero ahora mismo me congratulo de no hacerlo. Estoy conociendo a mogollón de gente que me están ayudando sin saberlo. A todos ellos, gracias. Gracias por ser seres humanos, por decirme tranquilo sé feliz, por reíros conmigo, por escucharme, por intentar comprenderme, por comenzar el camino que espero que lleve a una amistad duradera.

Y gracias a todos los que llevais ahí tanto tiempo como yo. Gracias a mis hermanos, por demostrar que siempre serán mis mejores amigos. A mis hermanas (ellas saben quiénens son...), por ser mis cotillas preferidas, por mostrarme el mundo desde su punto de vista. Gracias a mi madre y a mi padre, por enseñarme por qué en algún momento de mi vida merecerá la pena tener un hijo. A mis sobrinitas, por darme de sobra todo el cariño que me venía haciendo falta sin pedirme nada a cambio. A mis vecinos, por apoyarme cuando más lo necesitaba. A mi ciberamiga de alma (sabes perfectamente que eres tú, aunque no mencione tu nombre), por haber creado junto a mí una relación única en el mundo y que sólo tú y yo comprendemos. A Ángela, por ser mi preciosa eterna compañera de trabajo. A Gregorio, por haberme dado una ilusión que realizar (tu video). A mi amigo Jesús, simplemente porque siempre estará conmigo cuando lo necesite. Gracias a todas esas personas que he conocido recientemente y que, gracias a internet, se han convertido en una agradable sucesión de código binario traducido en palabras y fotografías que me han acompañado en unos momentos muy amargos. Y gracias a todas esas personas de mi pasado que me han construído como persona. Que me han hecho ser como soy. Y por último, gracias a Maroon 5, por haberle puesto una preciosa banda sonora a todos estos días de angustia y pesar. A todos os doy las gracias de corazón.

A seguir viviendo...

miércoles, 16 de febrero de 2011

La realidad supera a la ficción

Yo una vez era joven. Bueno, más joven. Tan joven que pensaba que nunca dejaría de serlo tanto. Cuando tenía unos veinticuatro años tenía una novia. Una de las que tuve. Era una chica agradable, con unas piernas largas y torneadas. Y tenía la inmensa suerte de tener novia con casa propia. Eso significaba que era más afortunado que los que sólo tenían novia. Vivía en el Tardón, en Triana, pero no era de aquí. Era del País Vasco. Sus padres eran de un pequeño pueblecito de Sevilla y ella, en un afán de conseguir libertad, les dijo que se iba a estudiar allí. Sabía que sus progenitores no se negarían a que su niña se fuera de casa si se iba a su Sevilla de su alma. Así que se vino. Yo la conocí en un bar que había en la calle Adriano y, al parecer, llegamos a enamorarnos. Como digo, tenía un piso. Cuando la conocí vivía en otro sitio, pero los padres se jubilaron y se vinieron de San Sebastián a su pueblo y compraron el piso del Tardón. Y allí vivía mi novia. Yo pasaba mucho tiempo en su casa y muchas noches, asqueado ante la idea de tener que coger dos autobuses para llegar a Pino Montano, me quedaba a dormir allí. Dormíamos juntos en una cama de matrimonio.


Un viernes me quedé como tantos otros y pasé la noche. A la mañana siguiente, una preciosa y soleada mañana de sábado, mi novia se levantó antes que yo. La sentí ir hasta el servicio y cuando volvía a la habitación sonó el timbre del portero electrónico. En principio, no le di demasiada importancia. Podría ser el cartero. Pero luego pensé, ¿el cartero? ¿en sábado? Imposible. Empecé a ponerme un poco nervioso, no demasiado porque estaba un poco dormido todavía, pero una ligera inquietud comenzó a albergarse en mi interior. Luego, como un amargo epitafio tallado sobre la superficie de la lápida de mi tumba, unas palabras pronunciadas por mi novia pusieron a mi sistema nervioso en situación de alerta:

"Sí, mamá, er... vale, mamá"

¿Mamá? ¿Cómo que mamá? ¿Te refieres a esa simpática señora que te hizo llegar al mundo? ¿Esa que va acompañada siempre de un guardaespaldas con unas manos más grandes que mi cabeza y que dice que es tu padre? ¡Dios santo!

Sentí a mi novia precipitarse sobre la puerta del dormitorio. Tenía la cara blanca como el folio de un escritor frustrado y sin ideas.

"¡Antonio, mis padres!"

¡No puede ser! ¡Soy muy joven para morir! Se apoderó de mí una aterradora sensación de angustia. Joder, ¿y ahora qué hago? Miré a mi novia y ella me miró a mí, pero tras unos segundos de incertidumbre, nos dimos cuenta que observarnos el uno al otro sería de poca utilidad.

"¡Rápido. Métete en el armario!"

Y tras decir esto mi chica volvió a salir de la habitación y cerró la puerta tras de sí.

Yo me quedé paralizado durante unos segundos. De pie, en calzoncillos, con un calcetín puesto y otro no y toda mi ropa hecha un gurruño entre mis brazos. Miré el armario y luego me eché un buen vistazo. Es imposible que estas patas quepan ahí dentro, pensé, no cabré. Sin pensarlo dos veces, abrí la puerta y me lanzé de lleno a ese oscuro abismo que podía ser mi salvación. Y resulta que sí que cabía. Me senté pegándome al fondo todo lo que pude y observé lo que había a mi alrededor. Pero sólo había ropa. Mientras estaba allí sentado pensé: joder, no me puede estar pasando esto. Estas cosas sólo ocurren en las películas. Sin embargo, mis pensamientos fueron interrumpidos por la puerta del dormitorio otra vez. Sentí unos pasos que me eran desconocidos y de pronto, la puerta del armario se abrió y alguien metió un bolso dentro. Y lo más increíble, ¡no me vio!

Unos minutos más tarde la puerta volvió a abrirse y una suave mano de mujer tiró de mi brazo y me arrastró hacia fuera.

"Antonio, he convencido a mi madre para que baje a ayudar a mi padre. Sal rápido. Coje tu ropa, sube a la planta de arriba, te vistes y cuando mis padres hayan entrado te vas"

Y así fue como acabe desnudo en las escaleras. Me vestí y con unos pelos de loco me fui a mi casa. Lo pasé fatal. Creo que la madre de esta chica lo sospechó todo desde el principio y por eso se fue y yo olvidé un calcetín dentro de la casa. Y es que la realidad supera a la ficción...

lunes, 14 de febrero de 2011

Una carta a mi amigo Fran.

Al final no todo salió tan bien como yo pensaba, amigo. Sí, quedé con una chica, pero, aunque a mí me pareció fantástico, a ella al parecer no tanto. Ha sido bastante explícita y brusca diría yo para comunicármelo. Pero eso da lo mismo. Lo que me hizo tan feliz ayer, fue el hecho de tener una cita. No importa si no salió bien y si no le he gustado. Tampoco tenía muchas esperanzas. Hablando con ella por internet ya me había dado cuenta de que sería difícil que conectáramos y cuando por fin nos vimos, la situación confirmó mis sospechas. Pero ya te digo, amigo, que eso no importa lo más mínimo. Lo importante es que escribiendo mis pensamientos y lo que siento en este blog, he conseguido emocionarte y hacerte sentir bien. Y créeme colega, te aseguro que en estos momentos no hay nada que me pueda hacer más feliz (bueno, miento, quizás otra cita, pero estoy divagando...). Últimamente he pensado mucho en lo bueno que hubiera sido para mi vida el haberos conocido antes. Tengo muchos amigos, pero con pocos me he sentido tan arropado y querido como con vosotros. No hago más que hablar bien de ti, de tu mujer y de todos los demás. Y te das cuenta de que es aquí, en el corazón de una amistad forjada con buenos sentimientos, donde reside uno de los motivos por los que merece la pena seguir confiando en la vida.

Y ahora me dices que te has emocionado porque has escuchado el corazón de tu hijo en el vientre de tu preciosa mujer y te sientes cursi. ¿Cursi, tío? ¡Has creado una vida, Fran! Tú y Mercedes habéis hecho lo más bonito que dos seres humanos pueden hacer en sus vidas. Dentro de poco veremos a una nueva personita pequeña y guapísima pisando este cruel mundo y haciendo que después de todo no lo sea tanto. Y lo verás crecer y llorarás y reirás con él y le explicarás como funciona este planeta y saldrá contigo de nazareno o lo llevarás al fútbol. Joder, tío, ¿no te parece ese suficiente motivo para emocionarse? ¿Cursi? Pues entonces apúntame a mí en las páginas de ese libro, porque te aseguro que en estos momentos una lágrima recorre mi mejilla muy despacio. Y esto no es una metáfora literaria, es totalmente cierto. Y cuando ocurra el milagro, te aseguro que intentaré estar contigo y acompañarte en esa tremenda felicidad que vas a sentir. Y a la mierda la crisis, los divorcios, el Betis y el Sevilla y las citas que no salen bien. Ese día te sentirás el hombre más grande de la Tierra y yo te diré: "Fran es que eres el más grande..."

Una última cosa, compañero, has recibido esto por mail porque te tengo en mi lista de personas a las que el blog avisa de cuando escribo algo nuevo. Te lo digo porque me haría ilusión que me hicieras tus comentarios aquí en el blog. Probablemente te habrá salido un enlace debajo de este texto.

Bueno, amigo, me alegro de haberte alegrado el día. Vuestra amistad alegra mi vida...

Pensaba que no, pero hay domingos perfectos...

No sé si alguno de vosotros veis el hormiguero, el programa de Pablo Motos. Supongo que no seré el único. Hace un par de meses, la hija de Eduardo Punset (gran genio), que no recuerdo cómo se llama, que tiene una sección en el programa explicando cómo funciona el cerebro, dijo que si antes de echarnos a dormir intentábamos pensar en diez cosas buenas que nos hubieran sucedido durante el día, la parte del cerebro que digamos siempre piensa mal y en cosas malas, acababa atrofiándose. Es algo físico. No es una paranoia de secta religiosa. Eso no significa que nuestros problemas fueran a solucionarse, evidentemente, pero que sí conseguiríamos ser más felices, controlarlo de alguna manera. Pues bien, anoche, como todas las noches al acostarme me sentía mal. Actualmente para mí es el peor momento del día, ese y cuando me despierto. No sé por qué, pero es en esos momentos cuando mi cabeza decide recordarme que mi vida es una puta mierda. Así que ayer pensé ¿y si contraataco? Recordé el hormiguero y me acordé de que Pablo Motos dijo hace unas semanas que él mismo había probado hacer lo que la hija de Punset había dicho y que era verdad, que daba resultado. También dijo que no hacía falta pensar en diez cosas buenas que hubieran sucedido durante el día, que él lo había hecho con sólo cinco y lo consiguió. Así que me dije ¿por qué no? Me puse a pensar y tras mucho esfuerzo conseguí reunir en mi mente las cinco cosas buenas que me habían pasado ese día. Tengo que decir que, realmente, algunas estaban cogidas con alfileres, sin embargo, lo logré. Todo esto fue la noche del sábado.


Y llegó el domingo. Como todos los días, me desperté y mi cerebro empezó a hacer de las suyas recordándome cual era la situación en la que me encontraba. Sin concesiones ni miramientos. Después de compadecerme a mí mismo durante unos cuantos puñados de minutos decidí levantarme. Cogí mi ipad, puse el calentador en el salón y después de prepararme el desayuno me senté plácidamente. Me conecté a internet, me leí un cómic, vi un episodio de Caprica y luego me puse a jugar al juego Angry Birds. Fue en ese momento cuando se gestó la génesis de lo que sería la primera cosa buena que me sucedería hoy y que será la primera de la lista de esta noche. Sé que pensaréis que es una gilipollez, pero llevaba varios días sin conseguir pasar de la primera fase y me puse y en algo más de una hora me había terminado el juego. Pero el día continuaba. Mi ánimo a pesar de todo iba bajando enteros a cada minuto. Nunca pensé que los fines de semana se me podrían hacer tan largos. Me vine al ordenador y continué intentando ocupar mi mente todo lo que pudiera. Y ahí estaba yo, buscando que unos píxeles coloreados pudieran hacerme no pensar en lo que no debía. Y llegó mi madre y puso la segunda semillita para que mi domingo se convirtiera en una situación que rayara la perfección. Sus palabras fueron:

"Oye, Antonio, ¿el viernes no te llamó Manolo? ¿Lo has llamado?"

Comprendí que llevaba razón. No lo había llamado. Manolo es mi vecino de cuando estaba viviendo con mi ex. Él, su mujer Alicia y luego Fran, Juan, Raquel y Mercedes son el grupo de personas más fantástico que he conocido en estos dos últimos años. Si le añadimos a mi también vecino Raed, es imposible que ningún período de tiempo vivido junto a ellos no sea lo más agradable que a nadie le pueda pasar. Pero estoy divagando, el caso es que llamé a Manolo. Me llamó el viernes para saber como estaba y hoy me notó que estaba un poco depre. Así que me dijo que me fuera a su casa, que habían estado almorzando y que se iban a poner a jugar al póker. Y todo eso sólo podía significar, risas a mogollón, cubatas por un tubo y, en definitiva, pasar una buena tarde con los mejores amigos que se pueden tener. Sin embargo, me resistí. Tendría que ir al bloque de pisos donde había estado mi casa durante dos años y medio y cabía la posibilidad de que pudiera encontrarme con mi ex y, sinceramente, en estos momentos prefiero que se me salgan los hemorroides a mala leche, antes que verla. Así que dije que no. Afortunadamente, me arrepentí y los volví a llamar. Vinieron a recogerme y allí estuve, sentado, pasándolo de puta madre, riéndome como hacía tiempo que no hacía, bebiendo cubatas y jugando al póker. En esos momentos pensaba que nada podía ir mejor. Me equivocaba.

Cuando llevaba allí dos o tres horas más o menos, recibo una llamada telefónica. Me llamaba una chica. La había conocido por internet y yo había intentado invitarla a un café, pero no pudo. Yo ya lo había dado por perdido. Pensaba que no le interesaba y no quería darle la lata. Pero no. Me cuenta que quiere quedar conmigo y quedamos en el Carrefour Macarena media hora después. Y aquí te quiero ver al Antonio, con casi cinco cubatas en lo alto, que se despide de sus amigos rápidamente y sale a la calle. Puede que alguien piense que estoy loco. Que todavía es muy pronto o algo así, pero necesito sentirme querido por alguien que no sea de mi entorno, o por lo menos apreciado y esta chica me había caído muy bien cuando la conocí. Sin embargo, surgió un contratiempo. Llovía. Como si hiciera mil años que no lo hacía. A mí me daba igual. Tenía una papa increíble y ni siquiera sentía el agua de la lluvia. Me puse a caminar sin prisa pero sin pausa. Cuando llego al lugar de reunión caía tanta agua que pensé que en cualquier momento vería aparecer por el fondo de la calle el arca de Noé o algo parecido. Y claro, pensé "Tiene que venir en moto. No va a venir". Y efectivamente, no vino. Cogí mi móvil y vi dos llamadas perdidas, perdidas porque el ruido de la lluvia y el leve cosquilleo que sentía en mis neuronas no me habían permitido escucharlas. Era ella. La llamé y, evidentemente, corroboró lo que ya me imaginaba, que se iba a quedar en casita. Era comprensible. Pero me puse a hablar con ella. Y cuando me di cuenta llevaba cuarenta minutos. Total que le dije que me daba igual la lluvia, que cogía un bus y me iba a recogerla. Y eso hice.

Y llegado a este punto ya no sé qué pensar. Que me ha encantado conocerla en persona, por supuesto. Que es una preciosidad, también. Pero, realmente, no tengo muy claro lo que habrá pensado ella o que impresión se habrá llevado. Y es que, joder, estoy superdesentrenado. Había veces que no sabía ni qué hacer ni qué decir. Si a eso le añadimos que siempre he sido extremadamente torpe para esto, pues apaga y vamonos. Nos fuimos a tomar algo y nada más sentarnos en el bar, me coge las manos y me dice que le sorprende lo suaves que son y digo yo, ¿que le sorprende? ¿Y las suyas? Dos extremidades aterciopeladas como la piel de un melocotón perfecto y las mías le parecen suaves. Mola. Y el tiempo pasa. Y ella sonríe y sonríe y le aparecen esos oyitos tan simpáticos en la cara y no sé, me siento bien. Pero llegó el momento de irse y la acompaño hasta la puerta de su casa. Cuando me va a decir adiós me abraza y me da tres besos y a mí se me abre un abismo bajo mis pies y me quedo petrificado como un gilipollas. Y eso no es lo peor, lo peor (¿lo peor? lo mejor, joder..) es que luego repite la operación y ese abismo del que hablo se hace más profundo. Y yo me quedo mirándola, con ganas de no se qué cosa y sí, como si fuera una estatua de mármol. Y ella se da cuenta y creo que no le ha gustado nada, no sé. Me quedé cortado como si tuviera quince años. Nos despedimos con un "seguiremos en contacto" que espero que sea verdad.

A pesar de todo esto, el día ha sido perfecto. Me ha dado que pensar. Lo estoy pasando mal, es cierto, pero tengo que intentar mirar la parte buena de mi vida, porque sí, existe. Espero que esto me lleve a la senda del positivismo. Seguiremos informando...

jueves, 3 de febrero de 2011

Tres semanas después...

La vida sigue igual. Yo pensaba que no, que era imposible. Y ciertamente, aunque mi percepción de cada situación sea completamente diferente a la de antes, para ese ente que posee el reloj de nuestro destino todo sigue de la misma forma. Y es una mierda. A mí me gustaría poder tener la habilidad de hacer que mis sentimientos respecto a todo lo que me pasa fueran distintos. Pero no. Tengo que sufrir cuando no quiero sufrir. Es la vida.

Hace casi tres semanas que estoy solo. Todo este tiempo ha servido para cerciorar algo que tenía prácticamente claro. Voy seguir solo por un tiempo. La persona que yo creía que era el amor de mi vida no se está comportando como tal. Me duele todo lo que está haciendo, lo reconozco. Sin embargo, no la echo de menos. Ella está haciendo todo lo posible para que esto sea así, pero doler, duele mucho. De pronto siento que no conozco a quien ha tenido mi corazón encandilado durante tanto tiempo. No hace más que echar agua fría sobre él para que todo se enfríe. Y me da mucha pena.

A pesar de todo, sigo adelante. Me siento mejor, mucho más tranquilo que antes. Creo que dentro de poco podré centrarme lo suficiente para empezar a hacer cosas. Falta me hace. Mi familia es todo el apoyo que necesito, ella y mis amigos, mis buenos amigos. En fin, todo tiene que ir a mejor a partir de ahora. Sería difícil que fuera a peor...