viernes, 10 de junio de 2011

Mi amiga Mercedes

Te ha pasado algo muy duro, amiga mía. No puedo imaginar tu dolor, porque nunca he perdido un ser querido lo suficientemente importante para mí. Pero mitiga tu pesar. Hazlo porque te queda mucha vida que disfrutar y que compartir con quienes te queremos. Todavía recuerdo el día que te conocí en aquel salón de actos donde nos hablaban de nuestro bonito piso que tantas ganas teníamos de habitar. Fuiste mi primera amiga en el bloque. Me pareciste un encanto desde el primer momento. Luego, tú tuviste suerte aunque yo no. Conseguiste formar una familia con ese buen hombre que tienes por marido. Que siempre está ahí y que nunca te falta. Que te quiere. ¿Sabes lo que es eso? Yo no lo sé. Nunca tuve tanta suerte. Pero ahí lo tienes. Sería capaz de mover una montaña para conseguirte un refugio, de cambiar el curso de un río para darte de beber y de velar por ti el tiempo que hiciera falta para que tus sueños siempre estuvieran meciéndose en la quietud de una tranquila noche.

Y dentro de ti tienes el fruto de esta magia que ambos desprendéis. Y no temas nada. Sabes que no soy muy espiritual, pero estoy convencido de que él siempre estará con ella y velará por su bienestar, esté donde esté. Y un día podrás contarle lo bueno que era su abuelo y podrás hacerle ver por qué es tan importante que no se le olvide nunca. Porque te mereces ser feliz y porque lo serás. La vida no quiere que todo nos resulte fácil y a veces es demasiado incisiva para recordárnoslo.

Yo, desde mi humilde punto de vista, sólo puedo decirte que siempre estaré aquí. Que siempre seré tu amigo pase lo que pase y que mi apoyo lo tendrás a tu lado impertérrito e inamovible. Ojalá pudiera hacer algo más, pero no soy lo suficientemente inteligente como para poder saber cómo quitar ese peso de tu corazón. Por eso, en estos aciagos momentos en los que todo parece triste, en los que las cosas se vuelven más duras y en los que parece que nos hallamos en medio de una tempestad que nos engullirá sin remedio, sólo quiero decirte una cosa, te quiero mucho.

viernes, 3 de junio de 2011

La Píldora

Me preguntaba en este preciso instante si puede ser posible que mi vida cambie definitivamente. A mi alrededor tengo esa sensación que no eres capaz de deducir si realmente es algo bueno o malo. Pero desde luego, es una sensación de cambio. Está siendo muy complicado para mí conseguir el grado de positividad que muy probablemente sea el que necesite. Seguramente todo se deba a un pensamiento absurdo de que todas las circunstancias de lo que acontece me harán perder algo que mi subsconciente considera necesario pero que en realidad no tengo, con lo que difícilmente podré perderlo.

Me siento a veces frustrado y afortunado al mismo tiempo. Frustrado porque no consigo arrancar de mi piel esa costra de fatalismo que parece no querer abandonarme, pero afortunado porque al pensarlo con frialdad, veo que ante mí toda una gama de oportunidades que no pueden traer nada malo de ninguna de las maneras. Tal y como están las cosas, cualquier cambio en mi vida tiene que ser positivo.

Tengo mucho que ofrecerle a la vida. No puedo seguir defraudándola y dejándole que sienta que conmigo no está haciendo un buen trabajo. Es difícil, pero debo intentarlo. En algún lugar debe de estar esa píldora de la felicidad que me haga sentir que todo este camino ha merecido la pena recorrerlo. Voy a buscarla con ahínco y voy a empezar esta noche.