viernes, 12 de octubre de 2012

El Coleccionista IV

En esas me encontraba. Acababa de hacerme oficialmente coleccionista y mi frikismo ya le estaba ganando terreno a todo lo demás. En mi casa había siempre comics sueltos por todos sitios (para desgracia de mi madre), sin embargo, a partir de entonces estarían algo más ordenados. Empecé a meter mis tebeos de los 4F en mi ropero. Había un espacio perfecto en la tabla que cubría los cajones de la parte de abajo. Perfecto, aunque pronto se volvió demasiado pequeño. A mí me encantaba ir a mi ropero, sacar mis comics, ojearlos y volver a ordenarlos orgullosamente. Como dije en mi anterior post, comencé en el número 19 así que me tuve que hacer con los otros dieciocho números poco a poco. En aquella época de pleno crecimiento adolescente tenía un pequeño problemilla. Era extremadamente delgado y bastante alto y, según decía el médico, si me levantaba de un asiento, por ejemplo, demasiado deprisa, a mi corazón no le daba tiempo de mandar la sangre necesaria a mi cerebro y solía marearme bastante. Pero no me dijo el doctor que podría haber más casos en los que podría marearme, así que un día se me ocurrió mirar si mis tebeos estarían mejor en la parte de arriba del ropero que en la de abajo. Mi habitación era pequeña y en ella teníamos la cama de mi hermano mayor y dos literas, una encima de la otra, donde dormíamos mi hermano pequeño y yo. Para mirar arriba, me subí por las literas, por la parte de los pies y cuando llegué arriba del todo me maree y lo siguiente que recuerdo es estar tendido en el suelo bocarriba.

En fin, batacazos aparte, el caso es que mi instinto de protección con respecto a mis comics creció ostensiblemente. Tenía catorce años y esta manía iría creciendo exponencialmente conforme fuera creciendo. Fue entonces cuando conocí a mi amigo Jesús. 

¿Qué puedo decir de él? Es una persona magnífica, que lleva siendo amigo mío desde entonces y que, a pesar de todas las dificultades, seguimos en contacto. Yo tenía un compañero de clase en el colegio que era amigo suyo y, cuando descubrió mi pasión por los comics, me dijo que me lo presentaría. Curiosamente, estaba también en nuestro mismo colegio. Jesús era un apasionado de Spiderman. Es un tío tan estupendo, que nada más conocernos nos hicimos grandes amigos. Me encantaba hablar con él de tebeos. Yo estudiaba en un colegio religioso y la verdad es que desde siempre me había sentido allí como alguien que no encajaba y me pasaba el tiempo del recreo deambulando por el enorme patio del colegio a ver si veía a mi amigo para charlar. Sin embargo, él no era igual que yo. Se sentía perfectamente allí (de hecho, hoy día es profesor de religión) y siempre me lo encontraba jugando al fútbol. Además, había otro problema. Yo estaba en 8º de EGB y el en 1º de BUP, por lo que nuestros horarios eran completamente distintos. Entraba a clase una hora antes que yo y salía al recreo antes, con lo cual tenía que esperar al fin de semana. Eso sí, el finde nos desquitábamos. Solíamos montar en nuestras bicis y recorrer Sevilla entera buscando tebeos atrasados que nos faltaran. Sobre todo yo. Él tenía una gran colección de Spiderman y le era complicado encontrar algo que no tuviese. Cuando encontraba algo era toda una fiesta. La mayor aportación que me hizo Jesús fue hacerme descubrir el formato Novela Gráfica. Poseía una: La Muerte del Capitán Marvel y quedé maravillado con esos colores y esa edición y, por supuesto, con aquella gran historia de Jim Starlin. También pude leer completa su colección de Spiderman, que, finalmente, con el paso de los años, acabó en mis manos (que no veas si me llevé tiempo pagándosela...). Y con todo esto y mi adquisición de nuevas colecciones ocurrió lo inevitable. Mi casa no crecía, pero mis montones de tebeos sí.

lunes, 8 de octubre de 2012

El Coleccionista III

Estaba atrapado. Era algo imposible de evitar. Como cuando estás comiendo pipas de girasol y la lengua y los labios te arden y te duelen a niveles sadomasoquistas y sigues comiendo. En todo esto que cuento, he obviado los comics de la editorial Bruguera. No le quito mérito a lo que esta empresa construyó en pos del cómic en nuestro país, pero en cuanto a superhéroes, en fin, digamos que siempre he pensado que la editorial Bruguera ha sido el  peor enemigo que ha tenido Spiderman en toda su carrera superheróica. En aquel momento lo que a mí me flipaba absolutamente eran los Comics Forum. Eran una pasada. En perfecto color cuatrimétrico de glorisos puntitos y lo más importante: ¡¡INÉDITOS Y EN ORDEN CRONOLÓGICO!! Aquello fue el extásis más absoluto. Sólo había un problema. Yo era un tierno infante de apenas doce años que tenía menos dinero que un "pobre banquero de Bankia" y los Comics Forum eran caros (95 ptas. por ejemplar, ¡Dios santo!). Así que tuve que esperar un par de años más para poder comprar esos comics de forma regular. Digamos que el momento en el cual me hice definitivamente coleccionista, ocurrió casi tres veranos después.

Un primo mío vivía en un pueblo de Sevilla, Castilleja de la Cuesta, en un chalet con piscina y pasé varias temporadas veraniegas en su casa. Yo había seguido comprando tebeos de saldo en la librería Codesal, así que no había perdido jamás el contacto con el noveno arte, pero no iba mes a mes al kiosko a comprar comics. Un día, mi primo y yo estábamos aburridos en su casa y pensamos en ir a una tienda de su barrio que tenía revistas y ese tipo de cosas. Decidimos comprar un par de Comics Forum para leer algo y entretenernos. Jamás se me olvidará. Yo compré el número 19 de Los 4 Fantásticos y mi primo el número 19 de Thor. El de Thor no lo recuerdo mucho, pero el que yo compré lo tengo tatuado en el cerebro. Aquella portada misteriosa era superintrigante. Una silueta blanca sobre fondo rojo y en su interior unas frases muy atrayentes "¿Quién es? ¿Qué es...?" De nuevo quedé prendado de un tebeo irremediablemente. Y luego estaba el interior. Un tío que se llamaba John Byrne que dibujaba de maravilla y además escribía las historias. Hoy en día no es demasiado anormal ver a un autor haciendo las dos cosas, pero en aquella época era asombroso. Además este hombre lo hacía todo. Escribía, dibujaba y entintaba. Al principio tenía la sensación de que dibujaba a los 4F demasiado escuálidos, pero en un par de números me di cuenta de que era un gran dibujante, es más, durante muchos años para mí fue EL DIBUJANTE.

Y fue entonces cuando empezó realmente mi colección y con ello también comenzó mi ansiedad. Tened esto en cuenta. Yo tenía trece o catorce años. Cuando tienes esa edad el tiempo pasa maravillosamente despacio. Recuerdo que mi cómic de Los 4 Fantásticos salía a la venta el último viernes de cada mes. Todos los días, de camino al colegio, pasaba por delante de un kiosko que ponía los tebeos nuevos cogidos con una pinza de la ropa en un alambre (lo sé, a mí también se me pone la carne de gallina cuando lo recuerdo, pero a ver, no había librerías especializadas en Sevilla) que tenía colgado por encima de la cabeza de todo el mundo, en la ventana por la cual el quiosquero despachaba a sus clientes. Pues bien, todos los días pasaba por allí con la esperanza de que mi cómic nuevo estuviese allí (aún sabiendo que no era el último viernes del mes) y la espera se me hacía desesperadamente eterna. Además, cuando ya me hice mayor y seguí con mi afición era diferente. Un "continuará..." al final del número del mes no tenía tanta importancia porque compraba muchos comics y el tiempo pasaba mucho más deprisa, pero entonces era la única colección que llevaba y para mí era un suplicio.

Pero eso empezó a cambiar. Por aquel tiempo sólo compraba comics Marvel y tenía muy inculcado desde siempre que las diferentes colecciones estaban muy relacionadas entre ellas y yo me quería enterar de todo. Así que mi colección empezó a crecer peligrosamente...