viernes, 23 de marzo de 2012

Hace catorce años...

Hace catorce años, cuando la primavera esperaba impaciente el pistoletazo de salida, cuando el triste invierno tocaba a su fin y las primeras flores de la temporada hacían su aparición tímidamente, el tiempo decidió que era un buen momento para detener su andadura. El planeta Tierra sonrió al sentir en su interior el calor de la llegada de un ángel. Ella era todo lo que se esperaba y aún más. Hermosa como un cielo azul, tranquila como la luna y con una sonrisa que deslumbraba la habitación más oscura que pudiera imaginarse. Yo era muy joven. Sólo tenía 27 años. Jamás en mi vida pude llegar a imaginar que aquella cosita pequeña y preciosa podría llenar mi corazón de tanto orgullo y de tanto cariño. La miraba y la piel se me erizaba de una forma que no había sentido nunca. Yo, muy a mi pesar pues no he tenido la suerte de ser padre, sólo era su tío. Sabía que en su organismo apenas habría rastro alguno de mi ADN, sin embargo, la sentía como si fuera algo mía, como si yo hubiese contribuido a realizar aquel milagro.

Mi sobrina se ha convertido en una hermosa mujercita. De esas que los adolescentes no pueden dejar de mirar. Ilumina el suelo que pisa con esa belleza tranquila y sosegada que la caracteriza. Los relojes se detienen a su paso y el sol no se digna a aparecer si sabe que ese día ella no saldrá de su casa. Dicen que tiene una edad difícil, que los adolescentes son complicados, mas lo cierto es que por encima de todo, lo verdaderamente difícil es no quererte. Escribo todo esto con lágrimas en los ojos por lo que significas para mí, porque sin ti mi vida sería muy diferente, aunque te parezca que no estoy pendiente de ti o no te hago caso. Mis lágrimas son porque a pesar de todo, a pesar de que puedas pensar que a veces estás sola en este mundo, no lo estás. No soy tu padre. No tuve esa suerte. Sólo soy tu tío, pero te garantizo que nadie en este mundo podrá decirte nunca que no siento nada por ti. Y desde el fondo de mi corazón deseo decirte que hoy, más que nunca, te quiero mucho y que eso no cambiará nunca.

Feliz cumpleaños, cariño...

miércoles, 7 de marzo de 2012

A veces se me escapa...

Me considero una persona que, a pesar de ser extremadamente sentimental, intento siempre que mis pensamientos se muevan siempre en la senda de la lógica. Últimamente aún más si cabe. Estos meses he cambiado mucho. He sufrido una metamorfósis y al fin he aparecido fuera de mi crisálida. Ya no es todo negro. Puede parecer una paradoja dada la situación mundial que nos atenaza, pero así es como me siento. Casi he conseguido no preocuparme por problemas insolucionables y me he dado cuenta que, como dice mi santa madre, "de todo se sale...". Y con esta nueva forma de observar las piedras que el destino te va poniendo en el camino, me ha quedado claro que las cosas se van solucionando poco a poco. Al menos las que se pueden. Esto no significa que sea feliz. No creo que nadie pueda presumir de encontrarse en semejante estado utópico, pero yo sí puedo decir que al menos no soy infeliz, que no es poco dadas las circunstancias.

Sin embargo, ¿qué se puede hacer cuando se te escapa el control? Considerando que no creo que nadie pueda atribuirme a mí un adjetivo tan ordenado como controlador, porque no lo soy, resulta bastante caótico. No soy de esas personas que intentan que no se les escape nada. Ni mucho menos. Incluso me atrevería a decir que soy bastante tontorrón en ese sentido, pero cuando en una situación que creo controlada, surge un descabellado imprevisto (desde el prisma de mi perspectiva, por supuesto...), me siento más desolado que Spiderman en un descampado. Entonces surgen las dudas. ¿Lo estaré haciendo bien? Esa es la pregunta que más me atormenta. Porque yo me esfuerzo para que las cosas salgan bien, claro que sí, pero, ¿y si en realidad me estoy equivocando? ¿Y si lo que estoy haciendo no es lo que se espera de mí? ¿Y si todo se reduce a que, definitivamente, en realidad soy un idiota?

Tantas preguntas sin respuesta sólo me llevan a lo que yo considero mi demonio personal: la tristeza. No quiero entrar ahí, creedme, pero es difícil no hacerlo cuando te percatas de que no debes estar haciéndolo todo lo bien que piensas. Y no es que yo quiera vivir en un mundo perfecto, tampoco es eso, pero hay determinadas cosas en mi vida que necesito que vayan sobre ruedas. Supongo que tendré que seguir luchando para que eso ocurra sin desanimarme, pero hay veces que es tán difícil...