domingo, 17 de marzo de 2013

Navegando por un río...

Guadalquivir. Desde pequeño te conozco. Era apenas un chiquillo cuando te vi por primera vez. Te conocí antes que al mar y antes que a la montaña, que aún hoy me resulta bastante desconocida. Desde siempre tus aguas me cautivaron. Tu forma de moverte por mi ciudad embelesaron mi alma infantil. Porque al llegar aquí te conviertes en un prodigio de navegabilidad.

Guadalquivir, hoy hace quince días que entre tus húmedos, cálidos e incontrolables brazos, recogiste al mejor navegante que jamás podrás recibir en tu seno. El hombre que me dio la vida, mi modelo a seguir durante tantísimo tiempo, la persona más amable y sencilla; simpático y culto. Cariñoso y caprichoso a la vez. Mi padre. ¿Serás capaz de cuidar de él? Confío en que sí porque siempre ha estado orgulloso de ti. Se sumergió en tus aguas en las orillas de Triana. Acabó todo justo donde empezó. Era un buen hombre.

Papá, no sé dónde estarás. Hay tantas cosas que hubiese querido decirte que ahora me resulta absurdo intentarlo siquiera. Me gustaría pensar que estás en un lugar mejor. Resulta paradójico que yo, que no creo en nada, piense en eso. Sin embargo, no puedo ocultar en mi corazón la esperanza de que estuviese equivocado, de que estás donde verdaderamente te mereces. En el  Olimpo de los verdaderos padres. Siempre estuviste ahí, para toda la eternidad. Incluso cuando no estábamos de acuerdo estabas ahí. Últimamente tu carácter se había agriado un poco, pero son cosas que pasan. El tiempo es cruel con todo el mundo de una forma u otra. Pero, papá, no sabes lo que estaría dispuesto a dar por pasar sólo un rato contigo. Un rato más, una conversación más, unas risas más... No creo tener sangre suficiente en mi organismo con la que poder pagarte lo que me diste. Soy como soy por como eras tú. Me diste lo mejor de ti y eso hizo que yo repartiera lo mejor de mi. Sin ti hubiese estado perdido. No hubiese conocido la compasión, el humor, la fuerza o la determinación. Gracias por todo. Me encantaría haber dejado en tu memoria una huella imperecedera y que cuando llegues al mar, esta no se haya diluído. Te echamos mucho de menos. Te necesito papá, aunque sé que tendré la fuerza y el coraje suficiente para sostener todo lo que aquí me has dejado. Porque te aseguro que mientras esté yo aquí no consentiré que a nadie le falte apoyo, porque de eso, uf, de eso tengo de sobra para todo el mundo. No me olvides nunca porque yo nunca te olvidaré a ti. Te quiero, papá, por siempre...

jueves, 28 de febrero de 2013

Carta a mi yo pasado

Tengo ganas de hablarte, amigo mío. No pienses que esto es una carta de advertencia por lo que te queda por vivir. Tu vida está bien tal y como está. Sin embargo, creo que me gustará hablarte, o escribirte en este caso.

Aún eres joven, muy joven. Sólo tienes catorce años y apenas eres consciente de lo que el destino te depara. Necesito que entiendas que todas las dificultades que encontrarás en tu camino serán de algún modo provechosas para ti. He intentado apresar los minutos de mi vida para intentar hacer que su discurrir fuera más lento, mas ha sido una tarea imposible. Casi sin darme cuenta los segundos se me han escapado entre los dedos como si fueran agua clara y se han ido convirtiendo en días, semanas, meses y años. Dentro de poco te enamorarás por primera vez. No te queda mucho. Será una bonita experiencia aunque no estará falta de dificultades. Porque tu vida será eso. Un cúmulo de incómodas dificultades que intentarán hacerte la existencia bastante extraña. Aun así no te queda otra que superarlas y, créeme, la satisfacción que esto te proporcionará te resultará muy gratificante.

Dentro de veintiocho años serás un hombre templado, no sé si lo suficientemente maduro, pero más duro de lo que cupiera imaginar. El amor habrá sido cruel contigo. No habrán existido una infinidad de mujeres en tu cama, pero sí las suficientes. Tienes que comprender que esa inseguridad que arrastras hay que suprimirla. Tienes que amarte más que nadie porque, desgraciadamente, nadie hará eso por ti. Eso no significa que tengas que ser una mala persona. A lo largo de tu vida muchos serán los que te alabarán tu forma de ser y que manifestarán lo buena persona que eres. Siéntete bien con eso porque yo vivo en un mundo bastante feo y cuando era tú no me podía imaginar que la mezquindad de la gente pudiera acabar con todo lo bueno y decente de este planeta.
Tengo que decirte que tu salud no será todo lo buena que debiera parecerte. No quiero asustarte, pero debes estar preparado para sufrir muchos reveses. Dentro de unos años, cuando pienses que todo está acabado y que nada merece la pena, acuérdate de estas palabras, porque habrá amigos en tu vida que te ayudarán a superar esto. Toda tu vida poseerás esa incomodidad, pero vive, es la mejor terapia que puedo recomendarte.

Vive. Ama a tus allegados. Lee mucho y piensa siempre en positivo. Cuando ya lo consideres todo defenestrado, cuando creas que tu existencia en este mundo es cuando menos absurda y pienses que ya nada merece la pena, aparecerá esa luz que ilumine tus pasos. Unos ojos oscuros llenos de vida te mirarán con admiración. Unos labios de seda acariciarán tu piel y te harán sentirte ángel. Una sonrisa alegre y dulce eclipsarán todos tus malos pensamientos y descubrirás que todo ha estado siempre ahí, que nunca ha pretendido esconderse de ti. Harás lo imposible por conseguir estar permanentemente en ese estado. Te preguntarás por qué ha tardado tanto y finalmente descubrirás que todo tuvo que ser así. Los hechos tienen que transcurrir en su lugar adecuado, justo cuando tienen que suceder. Tu primer amor, el último, la desdicha, la desilusión, el conocimiento, la alegría, los amigos...

No quiero desepedirme de ti sin antes decirte lo maravilloso que me ha parecido ser tú. Con todos los inconvenientes y beneficios que me haya podido producir. Ser tú es especial. Aunque parezca algo lógico, eres único y siempre serás único. Esa individualidad nadie podrá arrebatártela. Tendrás capacidades de las que mucha gente carece. No te preocupes por no saber coger un martillo ni por no ser lo suficientemente rápido. Porque tú tienes el don de la palabra y con ella tu alrededor se convertirá en un escenario perpetuo que te pedirá a gritos ser descrito como sólo tú sabes hacerlo. Y ya sabes, amigo, cuídala, porque no todos los días un escritor consigue capturar entre sus brazos el corazón de la musa perfecta.

lunes, 18 de febrero de 2013

El Coleccionista IX

Yo tuve una novia. Bueno, he tenido varias, tampoco es algo sorprendente, pero voy a hablaros un poco de esta porque viene a cuento de todo esto que ando contando de mi frikismo. Susana, así se llama, aparte de que fue mi primera novia, ha sido la única a la que he conseguido "frikear" un poco. Es a la única a la que le presté comics asiduamente y además, sorprendentemente, se los leía y le gustaban. Recuerdo que mucho antes de que existieran libros dedicados a ordenar la cronología de los muchísimos comics de mutantes que existen yo ya hice una propia para que ella pudiera leer La Patrulla-X y Los Nuevos Mutantes en orden con todas las miniseries y especiales existían sobre ella. La principal consecuencia de todo esto es que hoy ella tiene un hijo de siete años, creo, que algunas veces la mira raro extrañado porque a su madre le gustan más los tebeos que a él (o eso me ha contado).

Pero no es de amores pasados de lo que os quería hablar. Quiero continuar con Star Trek. Resulta que esta chica se emancipó pronto. Bueno, pronto considerando la edad a la que en este país solemos emanciparnos y recuerdo que yo le ayudé a buscar su primer piso compartido. El destino quiso que acabara viviendo en casa de una chica bastante peculiar. Ya de por sí, su nombre era de lo mas rayante: Sagrario (pobrecita) y no se acababan ahí sus peculiaridades, no. Esta chica es la única persona de género femenino que ha hecho que yo no me sienta ridículo en una discoteca bailando. Si yo soy un pato danzando, ella parecía un ganso epiléptico. Desde el principio fuimos conscientes de que la convivencia con ella iba a ser de lo más variopinta. Recuerdo que cuando nos estaba enseñando el piso a Susana y a mí, al llegar a su habitación, fuimos testigos de que estaba llena de peluches. Y naturalmente, los dos sonreímos. Sagrario, nos devolvió la sonrisa y cogió un muñeco que no recuerdo que animal era, pero que era bastante grande y le dijo a Susana: "¿Te gusta? pues te lo vendo". Susana, puso cara de no saber qué hacer, si decirle que no o callarse, así que la pobre, que lo único que quería era empezar con buen pie la convivencia con su recién encontrada compañera de piso, dijo: "Er...ah, bien, muchas gracias". Yo pensé que ahí acabaría todo, pero no. Pensaba que todo se acabaría diluyendo y al final ni Susana se quedaría con el peluche, ni pagaría nada. Sin embargo, Sagrario tenía otros planes y cuando estábamos a punto de salir por la puerta para ir a buscar las cosas de Susana le dijo que no se le olvidara que tenía que pagarle el puñetero peluche. Siempre pensé que esta tía era una oportunista. Se aprovechó de la necesidad nuestra de tener que caerle bien, para encasquetarnos el muñeco aquel, que vete tú a saber por qué demonios, a ella no debía gustarle demasiado.

Pero bueno, vayamos a la parte trekkie del relato. Resulta que la señorita Sagrario (no, no es el peor nombre de reminiscencia católica que he conocido en mi vida. Conocí a una chica que se llamaba Corpus Cristi...) no sólo era friki por parecer procedente de otro planeta, no, además era fan de Star Trek. Estaba enamorada de William Shatner joven que aparecía en la serie clásica interpretando al capitán Kirk. Resulta que esta muchacha  no era sevillana. Se vino aquí a trabajar, pero era ella originaria de Segovia si mal no recuerdo. Charlando con ella, me dijo que en su tierra, en casa de sus padres, tenía dos películas de Star Trek que había grabado de la tele. Star Trek III y Star Trek IV y me dijo que cuando fuera a visitar a sus padres me las traería. Imaginaos mi entusiasmo. En los últimos años yo había estado peregrinando por toda la ciudad buscando material trekkie en video clubs en formato VHS si tener demasiada suerte. Así que estaba encantado. Finalmente me trajo las pelis y me hice copias para mí, no sin cierta dificultad, porque tuve que trerme mi vídeo VHS, conectarlo al de Sagrario y rezar para que ella no se diera cuenta de que estaba utilizando su aparato para reproducir y rebobinar las cintas y eso era pecado porque "el vídeocasette se estropea si rebobinas cintas...". Tuve que hacerlo cuando ella no estaba allí, pero lo cierto es que las copias quedaron muy bien y yo era feliz. Afortunadamente para todos los trekkies españoles poco después se inventó el DVD.




sábado, 12 de enero de 2013

El Coleccionista VIII

Aunque pueda parecer que en realidad no es así, no sólo de comics vive el friki. Por alguna extraña razón, no sé si por energía cósmica, conjunción de los astros o qué demonios, los frikis se sienten atraídos por todo aquello que la gente "normal" considera rarito. Esto es: ciencia ficción, fantasía, Star Wars,...etc. Pues bien, yo no podía ser menos y todo eso me encanta, así que hoy voy a hablaros de otra de mis grandes frikadas. Soy trekkie, sip. Para quien no sepa lo que es os pongo aquí la definición que he encontrado en wikipedia:

"La palabra trekkie (a veces también trekker) es el un término usado para referirse a los fans de Star Trek. Está admitido por el Diccionario Oxford, y fue acuñado en los años 60 por el propio Gene Roddenberry, creador y productor de la serie."

 . Así soy yo. Y, la verdad es que no sé por qué, pero a la gente le resulta bastante molesto que sea trekkie y eso que yo llevo mi afición moderadamente. Pero en fin, a lo que íbamos. Os contaré cómo me hice trekkie.

No sé cuántos años tendría yo. Imagino que dieciocho o diecinueve. Llevaba un par de años comprando una revista de la desaparecida editorial Zinco dedicada a las películas y series de televisión de ciencia ficción que llevaba el nombre de Star Fiction y que era la traducción de una revista estadounidense. Me gustaba mucho, resultaba de lo más interesante. Lo único que me rayaba un poco de aquella revista es que le dedicaban demasiado espacio a Star Trek y no sólo eso, sino que te leías el correo de los lectores (sí, queridos infantes, antes existía correo de los lectores, no existía internet...) y comprobabas que había mucha gente que hablaba maravillas de la serie y de sus pelis. A mí no me llamaba para nada la atención. Sólo recordaba haber visto la primera película de la franquicia y me pareció algo aburrida. El caso es que los artículos de Star Trek pasaba de leérmelos. Estaba más interesado en Robocop, Terminator y Aliens. Sin embargo, cierto día, creo que era sábado, me encontraba viendo la tele en compañía de mi padre cuando de pronto, sin previo aviso, en Telecinco comenzaron a emitir Star Trek, la Película (sí, esa misma que años antes me había parecido aburridísima). Pensé que era un buen momento para volver a verla e intentar comprender por qué había tanta gente enganchada a esta serie, así que puse mi vídeo VHS a grabar inmediatamente (por precaución, sabía que si la peli me gustaba la querría conservar) y me senté a verla. ¿Qué puedo decir? Ignoro por qué esta vez me ocurrió esto, supongo que porque llevaba otra predisposición, pero el caso es que me encantó. Y como yo no era persona de tomarme mis aficiones poquito a poco y sabía que en nuestro canal autonómico estaban emitiendo la antigua serie de los años sesenta de donde provenía aquel film, pues me puse a grabar los episodios que daban los domingos a la una de la tarde. Ya era oficial. Me había convertido en trekkie.

Y con esto llegó mi padecimiento. Ser trekkie en España era un sufrimiento continuo. La serie tenía millones de seguidores en todo el mundo, pero aquí su porcentaje era bastante más bajo, todo el mundo prefería Star Wars, y trataban a Star Trek de forma lamentable. En aquel verano el Canal-cutre-Sur, tomó la decisión de pasar su emisión de la serie de los domingos a poner un episodio diario entre semana. Esto, que a priori debería ser una alegría para mí porque tendría más Star Trek, resultó ser una tortura. Resulta que Canal Sur llevaba varios veranos emitiendo en la sobremesa un ciclo de películas del oeste. Todos los años igual y todos los años las mismas pelis. Pues bien, Star Trek lo daban después de esa película y, como cada film tenía una duración distinta y yo quería grabar el episodio, pues siempre me tenía que tragar buena parte de aquellos westerns de cuando Adán y Eva fueron nominados para dejar el paraíso. Pero eso no era lo peor. Star Trek fue de las primeras series, si no la primera, en empezar con una introducción a la historia que luego cortaban para emitir los créditos y continuaban tras estos. ¿Qué hacía Canal Sur? Pues que si la peli de vaqueros era más larga de lo normal, se saltaban esa introducción directamente o peor aún, te llevabas mucho tiempo esperando el final del bodrio en cuestión y luego no ponían mi serie porque se les había ido el tiempo. En fin, un auténtico suplicio.

En aquella época no existía el DVD. Hoy día tengo todas las series en DVD, pero entonces conseguir material de Star Trek era una ardua tarea. En mi próximo post os contaré cómo hacía yo de Indiana Jones recorriéndome mi ciudad entera para conseguir más cosas trekkies.