martes, 6 de septiembre de 2016

El Coleccionista X

Aquí estoy. La última vez que escribí una entrada narrando mis desventuras en el mundo friki fue el dieciocho de febrero de 2013. Poco tiempo antes de que muriese mi padre que, como he dicho en alguna ocasión, hizo que abandonara este blog por bastante tiempo. Sin embargo, mi vida ha cambiado mucho en estos años. Ahora vivo en otra ciudad (porque sí, tengo que decir ciudad...). Tengo una maravillosa mujer a mi lado y, sin comerlo ni beberlo, he pasado de no tener hijos a encontrarme de pronto con una hija postiza adolescente. He escrito dos libros de los cuales uno está a punto de ser publicado. Y, lo peor de todo, llevo siendo canijo toda mi vida y ahora, a los cuarenta y cinco, me pongo a engordar deformemente. Con la de cuerpo que tengo y solo engordo de la barriga. Pero bueno, es algo que cada vez me doy más cuenta que es imposible evitar así que no meneemos el asunto. Además de todo esto he montado mi propia página web que, para el que no lo sepa aquí tiene el enlace: antmarweb.com
Pero claro, dicho todo esto, lo importante, lo realmente importante es que sigo siendo un friki. Reconozco que no he intentado evitar esa situación. Es que... me gusta. Sí, me gusta ser friki. Qué le vamos a hacer... Sigo leyendo comics, viendo Star Trek (¡¡ahora en bluray!!) y visionando pelis de superhéroes entre otras cosas. A mi chica, Mayte, todo esto le cogió por sorpresa. Ella no conocía a Iron Man o a Thor ni a ninguno de los Vengadores. Ahora se los conoce todos y me acompaña a cada evento friki que se me antoje acudir. Es fantástica. Todavía tengo mucho trabajo por delante. Tengo que hacerle entender por qué me gusta acumular películas físicamente y no en un disco duro o por qué no me canso de comprar camisetas frikis.
Ah, las camisetas. Sí, eso es nuevo. Recuerdo que cuando tenía unos veinticinco años abrieron la que para mí sería mi primera librería especializada en comics: Elektra, en la calle Zaragoza. Cuando entré en el local quedé fascinado con las camisetas. En aquel tiempo era la única forma de poder comprarte alguna prenda de comics. O en una librería especializada o pidiéndolas de importación que te costaban un ojo de la cara. Llegué a comprar alguna. Recuerdo que tenía una de los X-Men que se me acabó gastando de tanto ponérmela. Ahora todo eso ha cambiado. Encuentras camisetas en tiendas de ropa como Primark o Kiabi a unos precios irrisorios y, evidentemente, no puedo resistirme a comprarlas. Mayte se queja; dice que ya tengo muchas y es verdad, pero cuando me dice eso contraataco siempre con su perdición: los millones de zapatos que posee.
Mis camisetas....
Luego he adquirido otra bonita costumbre. Resulta que a Mayte le encanta viajar. Pasión que poco a poco me ha contagiado. Cuando hicieron la serie esa de dibujos animados, La vuelta al mundo de Willy Fog, realmente al personaje protagonista lo iban a llamar Willy Mayte Jaime, pero se comprende que el nombre era demasiado largo o poco comercial así que lo dejaron en Willy Fog. Pero, como decía, últimamente hago algo genial. Cada vez que salimos de viaje intento buscar librerías de comics o tiendas frikis allá donde vayamos para comprarme alguna camiseta nueva. Con lo cual tengo ya unas veinticuatro si me cuadran las cuentas. Lo que significa que aún no puedo ponerme una diariamente para no repetir camiseta durante un mes. Pero lo conseguiré...