Tengo ganas de hablarte,
amigo mío. No pienses que esto es una carta de advertencia por lo
que te queda por vivir. Tu vida está bien tal y como está. Sin
embargo, creo que me gustará hablarte, o escribirte en este caso.
Aún eres joven, muy
joven. Sólo tienes catorce años y apenas eres consciente de lo que
el destino te depara. Necesito que entiendas que todas las
dificultades que encontrarás en tu camino serán de algún modo
provechosas para ti. He intentado apresar los minutos de mi vida para
intentar hacer que su discurrir fuera más lento, mas ha sido una
tarea imposible. Casi sin darme cuenta los segundos se me han
escapado entre los dedos como si fueran agua clara y se han ido
convirtiendo en días, semanas, meses y años. Dentro de poco te
enamorarás por primera vez. No te queda mucho. Será una bonita
experiencia aunque no estará falta de dificultades. Porque tu vida
será eso. Un cúmulo de incómodas dificultades que intentarán
hacerte la existencia bastante extraña. Aun así no te queda otra
que superarlas y, créeme, la satisfacción que esto te proporcionará
te resultará muy gratificante.
Dentro de veintiocho años
serás un hombre templado, no sé si lo suficientemente maduro, pero
más duro de lo que cupiera imaginar. El amor habrá sido cruel
contigo. No habrán existido una infinidad de mujeres en tu cama,
pero sí las suficientes. Tienes que comprender que esa inseguridad
que arrastras hay que suprimirla. Tienes que amarte más que nadie
porque, desgraciadamente, nadie hará eso por ti. Eso no significa
que tengas que ser una mala persona. A lo largo de tu vida muchos
serán los que te alabarán tu forma de ser y que manifestarán lo
buena persona que eres. Siéntete bien con eso porque yo vivo en un
mundo bastante feo y cuando era tú no me podía imaginar que la
mezquindad de la gente pudiera acabar con todo lo bueno y decente de
este planeta.
Tengo que decirte que tu
salud no será todo lo buena que debiera parecerte. No quiero
asustarte, pero debes estar preparado para sufrir muchos reveses.
Dentro de unos años, cuando pienses que todo está acabado y que
nada merece la pena, acuérdate de estas palabras, porque habrá
amigos en tu vida que te ayudarán a superar esto. Toda tu vida
poseerás esa incomodidad, pero vive, es la mejor terapia que puedo
recomendarte.
Vive. Ama a tus
allegados. Lee mucho y piensa siempre en positivo. Cuando ya lo
consideres todo defenestrado, cuando creas que tu existencia en este
mundo es cuando menos absurda y pienses que ya nada merece la pena,
aparecerá esa luz que ilumine tus pasos. Unos ojos oscuros llenos de
vida te mirarán con admiración. Unos labios de seda acariciarán tu
piel y te harán sentirte ángel. Una sonrisa alegre y dulce
eclipsarán todos tus malos pensamientos y descubrirás que todo ha
estado siempre ahí, que nunca ha pretendido esconderse de ti. Harás
lo imposible por conseguir estar permanentemente en ese estado. Te
preguntarás por qué ha tardado tanto y finalmente descubrirás que
todo tuvo que ser así. Los hechos tienen que transcurrir en su lugar
adecuado, justo cuando tienen que suceder. Tu primer amor, el último,
la desdicha, la desilusión, el conocimiento, la alegría, los
amigos...
No quiero desepedirme de
ti sin antes decirte lo maravilloso que me ha parecido ser tú. Con
todos los inconvenientes y beneficios que me haya podido producir.
Ser tú es especial. Aunque parezca algo lógico, eres único y
siempre serás único. Esa individualidad nadie podrá arrebatártela.
Tendrás capacidades de las que mucha gente carece. No te preocupes
por no saber coger un martillo ni por no ser lo suficientemente
rápido. Porque tú tienes el don de la palabra y con ella tu
alrededor se convertirá en un escenario perpetuo que te pedirá a
gritos ser descrito como sólo tú sabes hacerlo. Y ya sabes, amigo,
cuídala, porque no todos los días un escritor consigue capturar
entre sus brazos el corazón de la musa perfecta.