lunes, 14 de marzo de 2011

He recibido una carta

Bueno, concretamente un correo electrónico. Eso de la carta ya no se estila mucho. Has sido tú quien me la ha mandado. Esa persona a la que creí que le importaba. Me dices que soy un mentiroso y que tengo un problema mental. Todo porque yo no soy como tú. Necesito contar las cosas y, para concederte el beneficio de la duda después de todo, no digo que esté contando la verdad, aunque así lo creo, sino que diré que cuento mi percepción de tus actos. Y tus actos son irrefutables. No puedes decir que no son ciertos. Has decidido no contar nada para que la gente "no piense mal de mí". Que buena chica. Me pregunto si en realidad no será que sientes algo de vergüenza por como has hecho las cosas. Estoy cansado, muy cansado. Y triste. La vida es muy caprichosa con nosotros, los mortales. Se empeña en ponernos las cosas cuanto más difíciles mejor. Y resulta que me gusta estar enfermo y que mi "supuesta enfermedad" (son tus palabras), me está sirviendo como vía de escape para continuar en esta estupendísima posición en la que me encuentro y me encontraba cuando estaba contigo. A todas luces, una situación que a buen seguro todo habitante de este planeta envidiaría si supiese de qué se trata.

¿Qué te ha pasado? ¿He estado ciego y siempre has estado igual y yo no he sabido verlo? ¿Dónde está el cariño? ¿Qué te dicta tu corazón? ¿Cómo puedes reducir tantas horas y minutos que hemos compartido a adquirir un beneficio económico? ¿Qué tendría que haber hecho yo? ¿No era suficiente todo lo que ya hacía y además quererte como jamás, y de esto estoy convencidísimo, te querrá nadie en tu vida? ¿Qué tendrá que pasar para que te percates de lo que está ocurriendo? ¿Tan mala persona he sido contigo? ¿Tan poca atracción has sentido por mí? En definitiva, ¿Realmente me has querido alguna vez? Posiblemente, sí, pero el problema no ha sido lo que tú hayas sentido sino la proporción tan desmedida de esos sentimientos que yo tenía dentro de mi corazón y del cual tú únicamente tenías la llave. Pero no. Como dice la canción "Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana". No puedo entender nada.

Y ahora, justo cuando la calma comienza a acomodarse en mi interior, decides escribirme e intentar desestabilizarme. Y aquí estoy, escribiéndote algo que probablemente no leerás jamas, porque estas cosas que hago yo, hace mucho tiempo que no te interesan. Que pena. En una cosa sí que llevas razón. Tengo que tomar las riendas de mi vida y en ello estoy. Voy a ser feliz, lo sé. Más tarde o más temprano lo conseguiré. ¿Podrás hacer lo mismo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario