jueves, 19 de mayo de 2011

Terapias

Me ha pasado algo curioso. Estaba navegando por internet y entre olas de código binario y bits de información, en uno de los sitios visitados, he visto un baner que ha llamado mi atención. En él rezaba el rótulo: "Conoce la Psicología Transpersonal..." o algo parecido. Inmediatamente mi cerebro ha buscado entre el polvo de las palabras más escondidas en mi materia gris y ha reconocido ese término. Transpersonal. Y he recordado dónde lo había escuchado antes. Difícil sería que no fuera así, ya que los labios en los cuales irrumpió dicha palabra, eran de suma importancia para mí en el momento de ser pronunciada. Es como si se me hubiese grabado en el granito de mi mollera. Ni siquiera consigo acordarme en que tipo de conversación me hallaba aquel día para haberla escuchado, pero recuerdo su sonido llegando a mis oídos y quién fue la persona que lo había emitido Así que he entrado en el lugar al que aquella puerta me dirigía.

La verdad es que no he entendido mucho. Demasiada retórica y demagogia incomprensible que no me deja claro nada. Así que lo he buscado en wikipedia. Tampoco me ha aclarado demasiado. Su definición es

"La psicología transpersonal trata del estudio de los potenciales más elevados de la humanidad y del reconocimiento, comprensión y actualización de los estados de conciencia unitivos, espirituales y trascendentes."

Y luego más abajo dice que abarca las experiencias cumbres (???), experiencias místicas, trances sistémicos y experiencias metafísicas de la vida. No sé a vosotros, pero a mí todo esto me da un yuyu que no veas. Bueno, pues a pesar de eso, yo he recibido terapias de psicología transpersonal, aunque entonces no sabía que se llamaba así. La dueña de los labios de los que hablaba antes me convenció para que las recibiera porque "me iba a ayudar mucho". ¿Qué pasó? Que no me ayudó, para nada. Bueno sí. Me ayudó a darme cuenta de que la "terapeuta" que me daba la "terapia" era superlista y que si cogía a alguien débil mentalmente, y no digo alguien estúpido, se lo llevaría a su terreno y le sacaría todo lo que pudiera, dejando en su recorrido todo lo que le pudiera resultar un lastre peligroso. Y así fue. Conmigo no pudo, pero con aquella persona de la que hablaba antes sí. Y el lastre peligroso del que consiguió liberarse fui yo.

A mí la cosa empezó a sonarme rara el día que me dijo "tú si crees en Dios, lo que pasa es que no lo sabes". Si este blog permitiera emoticones, aquí vendría una bolita amarilla con la mandíbula desencajada. Cuidaos de estas personas. Pueden destrozarte la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario