domingo, 20 de diciembre de 2009

Construyendo el mundo

Me gustan los videojuegos. Es algo que viene intrínsecamente unido al hecho de ser friki. Nomenclatura esta dispuesta sobre mi en mi círculo de amistades y familiar, que no es que lo proclame yo a los cuatro vientos. Pero sí, me gustan. Sin embargo, hay un problema: entre mis numerosas habilidades que van desde hacer café por la mañana con los ojos pegados, hasta mover las orejas como si de un elefante disneyano se tratase, no figura el ser un máquina en las habilidades lúdicas necesarias en este tipo de entretenimiento. Es algo que es así y nada va a hacer que cambie. Debido a esta lamentable circunstancia siento una frustración continua al ver como mi hermano (el mejor videojueguista que he conocido) se hace dueño y señor de todo aquel juego que se cruce en su camino más tarde o más temprano, mientras yo soy un auténtico negado. Y sí, me encanta la Playstation 3 y la Xbox 360 con esos gráficos de la leche, pero no hay videojuego que mantenga una curva de aprendizaje adecuada a mi triste sistema de juego.


Debido a esto, descargo mi adrenalina en juegos en los cuales no se requiera habilidad manual alguna como son los juegos de estrategia o los de rol, que son más de pensar que de actuar (ovidémonos de Metal Gear Solid o Medalla de Honor). Recientemente he vuelto a un tipo de juego que siempre me ha encantado, los city builders o constructores de ciudades. Recuerdo que el primer contacto que tuve con ellos fue con una demo de Faraón que venía en la revista Micromanía casi a finales de la década de los noventa. El juego, heredero del Caesar III, te mostraba como construir una ciudad en el antiguo Egipto y hacerla prosperar. Recuerdo que la demo consistía en una misión que no traía el juego original y para mi era una flipada. Me encantaba ver los muñequitos de los ciudadanos como hormiguitas, trabajando y deambulando por la ciudad. El único problema era que la demo no te permitía guardar la partida y cada misión de este juego requería de varias horas para completarla, por lo que nunca conseguía terminarla. Incluso llegué a dejar el ordenador toda la noche con el juego funcionando (cuando no era normal dejar el ordenador encendido, no teníamos adsl), pero al levantarme por la mañana siempre me lo encontraba colgado.

Finalmente, conseguí el juego completo y pasé mis buenas horas disfrutándolo. Luego vinieron juegos muy parecidos (iguales, vamos) ambientados en la Grecia antigua (Zeus, Señor del Olimpo) y China (Emperador). Este último algo más complicado pero con unos gráficos muy bonitos. Al final llegaron los gráficos en 3d y, en mi opinión, se cargaron el invento. No me gusta el Caesar IV. Para empezar, como es natural, carece de esa perfecta perspectiva isométrica de sus antecesores que convertía el juego en un alarde de jugabilidad. Y sí, los gráficos son muy chulis e incluso en este juego anochece, no siempre es de día como en los de antes. El problema es que de noche ¡no se ve un pimiento! Los movimientos de cámara que haces con el ratón son absolutamente caóticos y nuna sabes hacia donde va a moverse. Y, al menos en las pocas misiones en las que he llegado a jugar, te quedas sin espacio para construir enseguida. En fin, creo que las 3d han perjudicado al género de estrategia. Todavía no he visto ningún juego que en 3d tenga la jugabilidad que tenían antes con las perspectivas isométricas.

Así que os animo a que los probéis y me contéis. Son juegos "de mirar lo que pasa" como dice mi hermano, pero a mi me encantan.

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